Dichoso el que alejado de los negocios y libre de toda usura, como los primitivos mortales, trabaja los paternos campos con bueyes de su propiedad; [...], y evita por igual los pleitos del foro que los soberbios umbrales de los ciudadanos poderosos.
Ya liga los crecidos sarmientos al tronco de los altos álamos, ya contempla vagar sus rebaños de vacas mugidoras en el angosto valle, o corta con la podadera las ramas inútiles injertando otras mejores, o conserva la miel de sus panales en limpias ánforas, o trasquila las ovejas enfermas.
[...] ¡Y qué placer si la púdica esposa cuida por su parte de la casa y los tiernos hijos, cual la Sabina o la mujer del recio habitante de Apulia, tostada por el sol, y con leños secos enciende el hogar a la llegada del varón fatigado, encierra en la urdimbre de zarzas las cabras triscadoras, ordeña sus ubres llenas, saca de la tinaja vino mulso de aquel año y le adereza la mesa con viandas no compradas!
No me agradarían más las ostras del Lucrino, el escaro ni el rodaballo, si la borrasca movida por el Levante los dirige a nuestros mares; ni la gallina de África o el francolín de Jonia serían recibidos con más placer en mi vientre que la aceituna cogida de las ramas rebosantes, la hierba del lampazo que crían las praderas, las malvas tan saludables al cuerpo enfermo, la cordera sacrificada al dios Término y el cabrito arrancado a los dientes del lobo. [...]
Apenas hablo así Alfio, el usurero, dispuesto a hacerse rústico, a mediados de mes recoge todo su capital, y vuelve a prestarlo a principios del siguiente.
¿Acaso eres como Alfio?
Las fina sátira de Quinto Horacio Flaco nos duele si tenemos un sueño que no nos aventuramos a emprender. ¿Y cuál es el vicio de Alfio? ¿Una débil voluntad? Pudiera ser, pero carezco de pruebas para juzgar así. ¿Hipocresía? También está en lo posible. ¿Aversión al riesgo? Desde luego no si es capaz de empeñar todo su capital a principio de mes. Me inclino a creer más bien que Alfio es un ser humano normal con aversión a los grandes cambios.
Y tiene sus razones. Seguramente la vida campestre la conoce por sus ojos y oídos, no por sus manos. Esto es ha visto como viven los demás, ha escuchado lo que otros le cuentan pero no la ha experimentado por sí mismo. Sí, quizás haya funcionado para otros, pero no necesariamente para él. ¿Acaso se ha criado en una granja? ¿No suele suceder que lo que es elemental para el experto es difícil para el novato? ¿Cómo va a tomar una decisión tan radical hacia lo desconocido?
¿Qué hubiera podido hacer Alfio?
Alfio sólo hubiera necesitado un año. En verano podría haber pasado una semana alojado en alguna villa en las afueras de Roma. Sus negocios bien los hubiera podido mantener un administrador durante ese tiempo. Llegando el otoño podría haber acompañado a algún capataz en la cosecha. Hombre rico, no hubiera necesitado agacharse a recoger nada, para eso estaba la clase servil. Llegado el invierno, si todavía gozaba de la vida campestre, podría haber alquilado una pequeña propiedad y haberse trasladado allí y ver si la bucólica vida campestre realmente es para él.
Otra alternativa
Quizás Alfio no añorara el campo, sino que veía en éste la vida sencilla y flaca de preocupaciones que tanto anhelaba. Si fuera así, no necesitaba para nada una finca ni tierras. Quizás hubiera gastado con algunos préstamos menos y un paseo todas las tardes.