Publicado el 22 mayo 2018 por Carmen Calabuig López
@revoltosa1952
La Rabia es el impulso que nos lleva a confrontar la causa de una frustración puntual para evitar que aquello que nos impide la satisfacción o el bienestar lo siga haciendo. Su objetivo no es destruir sino simplemente conseguir que deje de ser operativo sobre el sujeto, y se circunscribe al momento en que está ocurriendo la acción. En el momento en que el objeto frustrante deja de actuar, la emoción de rabia debe desaparecer, volviendo el sujeto a la situación de relajación. Es pues un impulso natural de autodefensa como respuesta a una frustración puntual y está presente en todo ser vivo.La Ira, por su parte, es un impulso cuyo objetivo es destruir lo que se interpone entre el sujeto y la satisfacción de su deseo o necesidad. No busca solamente evitar la frustración puntual, sino que busca destruirlo o anularlo para asegurarse de que nunca más volverá a interponerse entre el sujeto y su satisfacción, ya sea esta emocional, intelectual, espiritual o biológica. La ira implica un cierto componente de satisfacción en la venganza.El Odioimplica la congelación de todos los componentes tiernos y va dirigido hacia la destrucción del propio objeto del deseo. Ante la intensa vivencia de pérdida que experimenta el sujeto, a consecuencia de la imposibilidad de satisfacer su deseo en el que empeña la totalidad de su vida emocional, siente que solo con su destrucción puede tener la suficiente compensación. Puesto que lo vive como objeto de deseo y de frustración a la vez, con su destrucción pretende asegurarse la desaparición tanto del anhelo del deseo, como de la capacidad de este para frustrarle. El Odio implica así mismo un componente persecutorio de venganza, incluso a tan largo plazo como para ocupar una vida entera.La Cólera es un impulso destructivo indiscriminado que surge como consecuencia de un estado interno de intensa frustración, contenido y mantenido durante mucho tiempo. Este impulso no va dirigido contra un objeto concreto sino contra el medio externo en general; a veces, contra la vida en cualquiera de sus manifestaciones. Responde, pues, a una frustración vital generalizada, que se expresa como un impulso destructivo de gran intensidad pero de corta duración.(Juan J. Albert)