Revista Literatura
Rachel se va de viaje
de Marian Keyes
Rachel se va de viaje. Y quien dice de viaje dice a una clínica de desintoxicación. Cosas de ser drogadicta. Aunque... ¡Ah, no! Rachel no es drogadicta. Sólo tomó unos cuantos Valiums para poder dormir poco después de haber tomado coca. Dijeron que casi se moría, pero... ¡no hay para tanto! Así que para ella, irse a una clínica de desintoxicación como es la famosa y lujosa (y ficticia) The Cloisters, sí es irse de vacaciones.
Rachel es una entusiasta consumidora de drogas «recreativas». Según ella, no por adicción sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pocas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? Pero, en una de esas, se le va la mano, y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para su sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresar una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación.
Marian Keyes aborda en el segundo libro de la saga de las hermanas Walsh un tema recurrente en sus novelas: las adicciones. En este caso, la adicción a las drogas. Mientras que con Claire se queda sola me lo pasé genial y me reí muchísimo, no puedo decir lo mismo de Rachel se va de viaje. No es algo malo, porque es un libro más maduro que el primero. Marian Keyes echa mano de los internos del centro para indagar en las causas de las diferentes adicciones que sufren, de manera que el lector puede llegar a comprender las motivaciones de un alcohólico o un drogadicto. Me ha gustado mucho ese aspecto de la novela porque aunque creo que ninguna adicción es justificable, ni es beneficioso culpar a nada o a nadie, sí es importante que la sociedad haga un esfuerzo para comprender a los adictos.
A pesar de que no es una novela divertida, no es para nada un drama. Hay momentos duros, sobre todo el hecho de que la narradora sea la propia Rachel suaviza y relativiza todos los acontecimientos. Si la voz narradora hubiera recaído en alguno de sus amigos o, peor, en sus padres, la novela habría sido muy distinta. Es una de las cosas que más me gusta de Marian Keyes, y es que en los libros que he leído siempre escoge como narrador al protagonista y así consigue aligerar el drama o hacerlo invisible (sólo durante el tiempo que a la autora le interesa) a ojos del lector. aquellos en los que Rachel repasa su relación con las drogas, pero
La estrategia siempre es la misma y, aun así, la voz es siempre diferente. Marian Keyes tiene la capacidad de transformar su estilo (siempre dentro de su singularidad) para adaptarse al carácter del narrador, lo que a su vez logra hacer dentro de la historia cuando le da voz a distintos personajes. Me ha encantado volver a encontrarme con Helen y Anna, e incluso con papá y mamá Walsh (y también saber algo de la vida de Claire).
Rachel se va de viaje tiene un aire muy distinto a su predecesor y, aun así, mantiene la esencia Keyes que atrapa, divierte y conciencia a partes iguales. Quizás no es el libro de esta autora que más me ha gustado de los que llevo leídos, pero desde luego es una buena lectura para pasar un buen rato con un libro que no tiene nada de trivial entre las manos.