El comparsista y corista Rafael Pastrana editaba su segunda novela intentando pasarse del Falla a la literatura. Lo malo es que en el escenario está muy bien el protagonismo, pero en la letra escrita no tanto y esto supone tirarse piedras contra su propio tejado.
Y no es que la historia sea mala. Algo maniquea respecto a los bandos de la Guerra Civil sí, algo lógico teniendo en cuenta que nadie se molesta en saber por qué uno u otro bando era malo o bueno, pero la idea es bastante buena. El problema reside en que el narrador omnipresente que se dirige al lector en segunda del plural o en segunda del singular, su obsesión por meter pollas por todas partes y los anacronismos (en los años 40 en Cádiz dudo que la gente supiera qué es un bukkake) terminan por molestar muchísimo al lector.
Habría bastado con dejar su protagonismo para otros escenarios y con centrarse en narrar la historia. Hay muchos personajes, como la protagonista, que podría haberse perfilado mejor para que no queda tan simple. La influencia de autores como Quiñones se aprecia en algunos momentos de la novela. Lo malo es que esa mezcla de pasodobles de carnaval, lo más logrado, con frases de best sellers y con las salidas de tono que no vienen a cuento pueden animarte a dejar la lectura. Si no lo haces, podrás disfrutar de una novela adecuada. Esperemos que para la tercera se centre en la narración exclusivamente.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure