Que España está totalmente corrompida es un hecho que no admite discusión, pero tratar de justificarlo desde la casta política para tratar de conseguir que su honorable trasero continúe pegada a piel de primera calidad es un insulto.
Es escandaloso que los altos cargos del Partido Popular hayan estado recibiendo sobresueldos de 10.000 euros –que ya es delito aceptar cada mes un sobresueldo equivalente a lo que ingresan muchas familias en un año, como si les pagáramos poco- de procedencia sin aclarar, a modo de gratificación por mantener la boca cerrada y mirar hacia otro lado.
Esta práctica mafiosa se ha venido desarrollando durante años, a tenor de las fortunas que se están detectando a pesar de los esfuerzos de los presuntos implicados por ocultar el origen de sus grandes fortunas.
Desde el gobierno se intenta paliar las consecuencias de la hecatombe que se cierne sobre sus cabezas argumentando que ellos no sabían nada. El presidente del gobierno –deben de pensar los asesores- tiene que quedar fuera de toda sospecha para que no se obligue a la convocatoria de unas elecciones anticipadas, además de los consiguientes procesos judiciales que se alargarían los años suficientes como para considerar la disolución del partido que abarca la casi totalidad de tendencias de la derecha española. Todo una debacle histórica.
Sin embargo este intento de disculpar lo imposible es en sí mismo una declaración de incompetencia. Una incompetencia que no debe tener nadie que se supone debe defender los intereses de todos los ciudadanos dentro y fuera de España.
En señor Rajoy debe dimitir, ya no por haber incumplido todas las promesas electorales y haciendo todo lo contrario de lo que había prometido, que ya por sí solo es para dimitir y ser abofeteado por granuja en la plaza mayor de todas las localidades del país, si no por toda la mafia de ladrones que le rodean.
Si admitiera haber recibido o consentido este expolio del dinero público para el enriquecimiento ilícito de sus colaboradores, debería dimitir inmediatamente y dirigirse en coche oficial a la cárcel más cercana, para dar ejemplo. Evidentemente esto no lo reconocería nadie por muy inimputable y campechano que se pueda ser.
Si por el contrario negara saber nada de todos los tejemanejes fraudulentos que se ejecutaban delante de sus propias barbas, también debería dimitir. En primer lugar porque está claro que ni los más compañeros de partido con más responsabilidad le respetan y si no te respetan en tu casa es imposible que te respeten fuera de ella. Y por otro lado, independientemente de que me guste menos o nada tenerle como representante del gobierno, yo no quiero que la persona responsable de administrar el país sea un tonto al que se la cuelan impunemente delante de sus narices. Si esto le pasa en casa, qué no le pueden hacer en cualquier cumbre económica internacional.
Rajoy, si de verdad te importa algo España. Disuelve el Partido Popular y dimite.
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