La televisión hay que verla, por lo menos un ratito, y es que aunque los anuncios, los telediarios, las series y los programas sean cada día peor también enseñan mucho. De la mediocridad se puede aprender, y si uno ya es muy vicioso hasta puede llegar a reír o a llorar, depende de por dónde despunten las hormonas.
Esto viene a que una chica de mi promoción sale en un anuncio de Movistar, diciendo que la compañía es ideal. Dice esa palabra y no otra, como si se estuviera paseando por Jorge Juan y le enseñaran la última colección crucero del último diseñador que ha sido la última portada de Vogue. Y ríe mucho, muy guapa ella, muy morena, muy natural.
También viene a que hay un nuevo anuncio de la Once que anima a todo el mundo a comprar boletos de esos que hay que rascar la parte gris con una moneda, sentarse en la acera y esperar a que te lluevan los millones; además viene acompañado de una cancioncita pegadiza que dice Rascayú, al momento ganas tú. Y ahí las hormonas despuntaron para arriba, que significa en este caso carcajada y la camiseta manchada de cerveza, porque fue el único reflejo al pensar que han convertido una canción prohibida en los años 40 en un jingle de publicidad. Rascayú ¿cuando mueras qué harás tú? Tú serás un cadáver nada más. Pobre Bonet de San Pedro, ni su canción puede escucharse en la democracia.
Y ahí las hormonas despuntaron para abajo, y lloré un poco.