Revista Literatura

Rastros de Tinta, de Paul Barjoria

Publicado el 01 febrero 2012 por Migueldeluis

Rastros de Tinta, de Paul Barjoria

Rastros de tinta es uno de los muchos libros que desafían la idea de que la literatura juvenil es un género menor. Y sin embargo aquí no hablamos de las vueltas de la filosofía ni del oscuro vacío del arte. Rastros de tinta sólo se adentra en los clásicos temas de la juventud: la debilidad, la aventura, el crecimiento, la amistad, el heroísmo, el juego y el misterio, sobre todo el misterio.

Tenemos un Londres a lo Dickens irrumpido por extrañas noticias de oriente. Tenemos huérfano más alegre, resuelto y protagonista que Oliver Twist. Un perro, Lash, casi un chucho, sin capacidades extraordinarias, salvo para la amistad. El chic, Mog, trabaja de aprendiz para un impresor autónomo que ni es un explotador victoriano, ni un héroe, ni siquiera un tipo mortal. Uno de sus encargos: la impresión de un cartel de “Se busca” —parece que no era sólo cosa del oeste— les hace involucrarse en un extraño misterio oriental y un tesoro por el que la mitad del mundo criminal de Londres está dispuesto a matar. Y, con todo, el tesoro que les espera a ellos, en medio del camino, es de diferente naturaleza pero de mucho más valor.

Es una narración cargada de sorpresas, casi cada capítulo está plagada de ellas; de modo que el lector haría bien en leer “de cerca” todas las páginas. Incluso aquello que se dió por sentado desde el principio saltará por los aires en medio del camino. Y sin embargo la narración lo sustenta bien, sin resultar artificioso en ningún momento.

Por último tenemos una narración descriptiva, que sin agobiar con datos históricos ni abusar de descripciones largas, es capaz, naturalmente, de traer a la vida todo un mundo. Casi podía verme como Mog, en la pequeñita habitación sobre la imprenta, acostado en la camita, junto a Lash, oliendo a tinta y al húmedo invierno.

En el “debe” iría al final. No, no es malo, pero cierra como un epílogo y aún así deja explícita y conscientemente muchos cabos sin atar. Sin duda Paul Bajoria no ha acabado con Mog y sus aventuras no acaban aquí; pero aún así, y aunque yo esté haciendo lo mismo en mi novela, Montaña de Dios (provisional), hay algo de frustrante en ello.

Otra cuestión es que lo he visto recomendado entre 9 y 14 años. Aunque he leído la versión inglesa, me parece que a los entre 9 y 11 les gustaría, pero podrían tener dificultades con algunas palabras y, quizás, la extensión se les hiciera un poco larga. Para los que tengan más de 14, ningún problema, salvo que hayan olvidado que alguna vez fueron niños y que su amor a los tesoros era mayor que el miedo a la oscuridad.

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