Las mismas acciones de siempre, cartel, mitin, panfletos, la santísima trinidad electoral, y todos los esfuerzos para mayor gloria de cada partido, nada de trabajar directamente para las gentes de la población en las que se presentan, lo que sería una disruptiva campaña, pero para eso los partidos exigen el tributo de los votos, no sea que la gente se acostumbre a las soluciones y la liemos. En lugar de eso, palabras edulcoradas para las audiencias afines, y dardos con cianuro a los del partido de al lado. Groupies y clubes de fans, políticos como estrellas del rock, partidos que quieren ser Apple sin tener ni tan siquiera un producto original...
Pronto el fin de la campaña electoral, y lo que quedará serán tan sólo residuos...
Residuos de triunfalismos voceados por megafonías, preciosistas panfletos que regarán los
suelos. Carteles hechos jirones en las paredes. Madrileños que vienen a decirnos como debemos ser los asturianos. Pronto todo eso será historia pasada y olvidada, y quien se encarame en el ejercicio del gobierno dejará todo eso atrás, sabiendo que esta campaña es aún más olvidable que las del pasado, rutinaria y falta de creatividad.