Revista Literatura

Realidad algebraica

Publicado el 02 marzo 2013 por Netomancia @netomancia
Un día cualquiera, en un pueblo cualquiera. El sujeto X se cruza con P, la mujer más bonita del lugar. La saluda, le sonríe y sigue de largo. Es que X sabe que P sale con Y. Puede que sean apenas amigos, pero los ha visto en un par de oportunidades comiendo juntos y se rumorea que son pareja.
Esa noche X no puede dormir, ni la siguiente, ni la otra. No se puede quitar a P de la cabeza. La quiere, desea que sea suya. Por lo tanto, irremediablemente debe eliminar a Y. Traza entonces un plan, con exactitud matemática. El insomnio lo ayuda, le da las horas necesarias para pulirlo.
Nada puede salir mal. Tiene lugar, horario, forma e incluso, coartada. Pero P aparece con Q. No es Y el que la acompaña. Q es una variable fuera del esquema, el plan no podrá funcionar. Decide abortar, pero ya es tarde.
Su cómplice, R, no conoce a Y. No es del pueblo, solo ha venido porque X lo ha llamado. Y en ese instante conduce el coche a gran velocidad. Su objetivo es el hombre que acompaña a P, la mujer que tantas veces su amigo X le ha mostrado en fotografías.
X observa a R entrar a la avenida. En la vereda de enfrente, P y Q comienzan a cruzar la arteria. R acelera. P se sobresalta y Q da un paso atrás. X corre y se arroja, logra empujar a P pero R lo atropella y sale disparado, sin poder creer lo que ha pasado.
En el pueblo la tragedia es noticia. P llora a X sin saber que él la amaba. El entierro de X se hace con mucho dolor. Una P conmocionada, es abrazada por Y. Q asiste solo, avergonzado aún de su actitud. R mira desde unos arbustos, con la culpa sobre los hombros.
Nadie jamás se entera ni sospecha de la ecuasión de X, tan solo conocen el resultante, o un punto de vista del mismo. No hay nada exacto, sino partes del todo y ni siquiera así, si alguien pudiera sumar cada una de éstas, la realidad podría verse como realmente es. 

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