Un nuevo color, un nuevo comienzo. Los Nets cruzan la orilla del Hudson para establecerse en la poblada área de Brooklyn en busca de un vigor que su generoso propietario está dispuesto a darles. Al menos este verano no le ha temblado el pulso al autorizar un vaciado de cuentas para hacer de su quinteto titular una colección de envidiados en la liga. La presentación del pabellón de la reconvertida franquicia generó gran expectación, del mismo modo que la ansiada fotografía de los uniformes de los chicos de Prokhorov. Con unas expectativas altas, se presume que pelearán por algo más que amasar victorias. Lo del título como alguna se apresura a apuntar, creo que queda algo lejos, de momento.
La temporada de los Brooklyn Nets será uno de los atractivos de la temporada, pero dista mucho de alcanzar las cotas de pasión mediática de los Lakers, aspirantes a todo. Su peor enemigo serán ellos mismos, como sucedió con los Heat de Lebron, Wade y Bosh. Sólo su vértigo interno evitará que logren el campeonato. Nash tendrá que hacer valer su sabiduría en cancha y los galones gastados en temporadas de ensueño para canalizar todo el potencial ofensivo y los egos que cruzarán la cancha. El equilibrio que Mike Brown deberá encontrar se puede reducir a una palabra: solidaridad.
En análisis posteriores iremos viendo la configuración de los equipos y sus posibilidades. Que sirva para abrir boca...
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