Muchas veces leemos a expertos en fotografía decir que desde la ventana, con observación y paciencia, pueden captarse grandes secuencias. A veces sucede. Antes vimos a los caballos pastar; ahora llegó el momento de segar la hierba y prepararla para la crudeza del invierno.
Nada que ver con la durísima tarea del siglo pasado, trabajo pesado de brazos con hoces y guadañas: la segadora ligera de gasolina, acompañada de alguien con la oportuna guadaña para el remate de los detalles, hacen más eficiente este recorrido de acopio. Como circular por un laberinto invisible cuya geometría abarca todo el prado mientras se cosecha.
Toma de hace apenas unos días, por la mañana, desde el balcón (para los amantes de lo curioso, no, no están haciendo círculos en el cultivo, y no digan que no lo hacen porque no son extraterrestres o visitantes del futuro, aunque tomen previsiones para cuando este llegue)