Revista Diario

Recordando

Publicado el 18 noviembre 2012 por Jans_braender @jansbraender

Los recuerdos se agolpan en mi inconveniente y malquerida resaca. Como evitar caer entre la melancolía y la tristeza, quizás hubiera sido necesaria una copa menos, o que fuera cualquier día de hace dos años.

Por aquella época, todavía no te conocía, creo que era más feliz, o era un infeliz cotidiano, preocupado por tonterías, por causas comunes, no tenía aquello que llamamos una gran cuestión vital. Hasta qué te conocí.

Eras una tentación, y hoy lo sigues siendo, cada vez que apareces en el fondo de mi tercera copa de bourbon o como mensaje en mi blackberry, anulas cualquier atisbo de fuerza de voluntad que me haya conjurado tener.

Y ahora en la barra de un oscuro bar, donde las paredes huelen a moho, donde entre sólo porque sonaba Chet Baker, donde entre sólo porque prefería tener entre mi manos una copa con dos hielos que enfriarlas en las calles.

Es apasionante como la mímica funciona en cualquier bar de cualquier país, un solo gesto y un par de billetes hacen milagros. La verdad es que es difícil imaginar que se puede esperar en un bar que se llama Closed Kiss en una calleja perdida cerca de la plaza Taksim. Es casi imposible meterse en la piel del camarero para saber porque después de Chet Baker, sonó el aria de Rinaldo, la solemnidad de la música impregno paredes, mesas, botellas, y a los dos turcos que bebían a mi lado.

Al comienzo de esta noche te pensaba exorcizar, pero ahora que mis manos piden ágilmente el segundo bourbon sé que estoy perdido, volverás esta noche de tu retiro, mientras el alcohol se desliza laringe abajo, mientras se apura el aria.


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