Recordando a Luana… (II)

En verano, y no solo en el sur, conviene refrescarse a menudo tanto el cuerpo, como la memoria, y así yo sigo recordando en esta página a la anacrónica Luana, en un claro intento de conseguir que os enamoréis de ella perdidamente. Llamadme romántica…

Sobre la primera idea, os dejo una imagen reciente (borrosa y lejana, que el pudor es mucho), probando eso del baño nocturno en aguas del Mediterráneo… ¡Lo mejor que he hecho en mucho tiempo! Os lo recomiendo. Y el libro, también.

CAPÍTULO 17.- AQUEL FRÍO Y TRÁGICO VERANO

   El estío hispalense se caracteriza por sus altas temperaturas y sus noches en vela anhelando un frescor que solo el aire acondicionado y la triste ausencia de la persona que amas pueden ofrecerte. En 2015 pasé el final de agosto más gélido que alcanzo a recordar, y es que para entonces ya me faltaba él. Mi «él». Ese hombre que dejó mi mundo patas arriba incluso antes de que quisiera hacerme a la idea de la felicidad. Ahora, de improviso, no estaba. Ya todo había pasado como un torbellino de promesas transparentes sin apunte alguno de veracidad. Como un sueño fantástico e inasequible. Pero esta vez había un problema: yo no podía aceptar lo que de nuevo me sucedía.

   Raúl Noguera, el caballero que debía componer para mí un soneto que hiciera sombra al Fénix de los ingenios, había desaparecido. De mi vida, de mi mundo, de mis contactos y de los suyos. Del universo al completo, dejando todo un cielo estrellado por descolgar de lo más alto de mis esperanzas. Hundida como nunca, alarmada y paranoica en mi desesperación, repasaba en la pizarra de mi memoria cualquier dato o señal que me guiara hasta él. Alguna pista que tranquilizara mi alma y mi conciencia. Lo que fuera que calmara la sed de verlo, tocarlo, acariciarlo y perdonarlo aun sin ser todo ello pedido. Aquello había sido amor y yo apenas lo había probado. (Un soneto para Luana).

Y vuestro verano… ¿cómo va? 

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