No concuerdo Guillermo. No estamos tan lejos.
¿Te acordás cuando venías todas las tardes a mi casa a tomar cerveza y desde el balcón espiábamos a la chica de en frente? Nos imaginábamos que pasaría cuando cerraba la puerta después de volver del supermercado. ¿Que hacía ahí adentro? ¿Como sería su casa, su escondite? Su hogar era una caja de pandora para nosotros. Nuestros pensamientos diseñaron cien casas distintas, y hoy no sabemos que fue de aquella piba, pero su casa terminó siendo la tuya porque el alquiler estaba barato, te la conoces de memoria e incluso somos vecinos.
Aquella oficina a la que fuiste dos veces en tu vida a hacer algún tramite que no terminabas de entender demasiado, de repente se convirtió en uno de los principales escenarios de tu vida. Entraste a trabajar ahí, pasas un tercio de tus días en esos escritorios y ahora estás del otro lado del mostrador, probablemente atendiendo a algún futuro compañero de trabajo sin saberlo.
Y ese perro callejero mugroso al que le dabas de comer cuando lo encontrabas en cualquier rincón de la ciudad, hoy nos mira desde la ventana de tu casa, está eufórico esperando que llegues y juegues un rato con él. te necesita tanto...
¿Esa chica que cruzabas en el ascensor a la que ni le prestabas atención porque andabas metido en tus cosas? ¿Te acordás? Esa con la que hablabas del tiempo en el trayecto del séptimo piso a la planta baja? El pronóstico era siempre el mismo: clima de incomodidad. No sabías nada de ella y pasaba completamente desapercibida, solamente querías llegar al cero, nunca fuiste muy sociable. Diez años después amanece todos los días en tu cama y se desvive por cuidar a tu hijo.
¿Sabés Guillermo? Andamos desperdigados por ahí, eligiendo caminos todos los días, algunos son eternamente paralelos, otros terminan cruzándose en cualquier esquina. No coincido con vos, el futuro no está tan lejos ni es tan misterioso. Está ahi, bien camuflado, todo desparramado en el presente aunque no lo veamos, preparado para sorprendernos en el momento menos esperado.