Vamos al grano: esta es la portada definitiva para el texto en el que estoy trabajando. No era broma, si viste el vídeo pensaba sacarlo para el 25 de abril. Escrito en unos pocos días. Nada extraordinario que no ocurriera en una semana de 2013 o varios centenares de veces en los últimos 25 años. Mi ritmo de trabajo es un tornado.
Pero voy a probar algo completamente diferente. Necesito tu ayuda para el último tirón, así de simple. Necesito tu apoyo en forma de intercambio de energías, en forma de implicación. Seas amigo de carne y hueso, alguien que me ha visto en persona, tanto si sabes de dónde viene mi nombre literario y por qué, si tienes el privilegio de haberte revelado mi nombre verdadero, como si eres alguien que pasaba por aquí o sólo vio el enlace de casualidad en alguna red social o sólo me has leído hacer el idiota (ser yo, por escrito siempre soy yo) por esas mismas redes.
Sé que no estás acostumbrado a que las cosas funcionen así. Que no es común pedir ayuda durante la escritura de un libro. Sobre todo, si no eres nadie. Y encima para un libro, con la de libros que hay saturándolo todo. Pedir ayuda, a secas, tiene muy mala prensa en el mundo hispano, la creación artística no se valora. Pero no suelo hacer cosas comunes.
Esta es la punta del iceberg, el primer proyecto de tantos. Quiero terminarlo porque es mi ajuste de cuentas personal con la Literatura y poder seguir adelante. Es el manual que me hubiera gustado leer hace años, que a fecha de hoy tampoco existe. Ni siquiera conozco a nadie que le ocurra, pero sé que al escribirlo, aparecerán. También es despojarme de la soledad de dos décadas, porque si bien el no tener nunca un círculo próximo interesado en escribir (a día de hoy solucionado, virtual y físicamente ya conozco gente así) ha sido aún peor de sobrellevar la no existencia de modelos representativos; los planes de estudio son aberraciones respecto a las autoras, el material didáctico para "ser escritor" también es una aberración que parte de un supuesto común que a duras penas comparto.
Si te sigues interesando por el proyecto, leerás que empecé a escribir porque sí y los 5 primeros años (de escritura diaria, sin fallar uno) fueron duros. Tuve que aprender no lo típico (formas y recursos literarios, trucos para diálogos o descripciones, etcétera) sino a frenar las ideas y convivir con los párrafos. Es imposible escribir durante 24 horas y tener una vida normal. Mi obsesión fue ser normal. Con uñas y dientes me he resistido al destino de escribir durante los siguientes 20 años. Lo he reducido a escribir todos los días para mí (excepto un período de varios meses, el peor de mi vida) y a presentarme a concursos literarios de forma intermitente.
Por esto no me conoces de nada ni te sueno, a pesar de llevar esos 25 años escribiendo sin parar. Hasta la decisión más tonta ha sido motivada por la escritura en un plano sutil (como cambiar las ciencias por Periodismo). Mi pelea por la vida "típica" (estudios que llevan a un trabajo estable, pareja e hijos) se ha ido a la mismísima mierda gracias a la crisis, precipitándose en los últimos 5 años. Me mudé a la otra punta de España y he desempeñado labores precarias de reparto de publicidad, ventas comerciales o fregar vasos en cafeterías donde el dueño pretende que le dejes tocarte el culo, porque encima te hace un favor pagándote las horas. Y además, la escritura como veneno y antídoto: descubrir cómo ha evolucionado ese desconocido mundo editorial español.
Dejad ese romanticismo estúpido de que las circunstancias no son una excusa, que en las condiciones más feas y miserables este o aquel autor siguieron juntando páginas, una tras otra, para concluir esa gran obra. Cuando no sabes si llegarás a fin de mes, otra persona depende de ti y además acumulas casi 20 años de escritura continuada y escondida sin saber si es buena, creéme que lo más suave que sientes es vergüenza y culpabilidad por no poder pensar en otra cosa que escribir.
Curiosamente los autores que más admiro (Edgar Allan Poe, Kafka y Emily Dickinson) comparten lo mismo: una vida miserable y un reconocimiento que no llegó en vida, mientras le salían callos en los dedos con la pluma de escribir porque no podían evitar esa actividad.
Curiosamente he acabado igual de miserable y escondida en mi habitación que ellos. Por esto he decidido utilizar bien los años que me quedan. A eso me refiero con la frase: me he rendido. Ya está. Si tengo que escribir, será, con ayuda editorial o sin ella. Lo que pensé el año anterior va a ser una realidad: un par de libros por año (poemario + narrativa).
Necesito que te impliques, necesito tu ayuda para crear con mis propios términos. En un mes tengo exámenes, 1º de Psicología, carrera que he iniciado con la intención de investigar en el futuro sobre creatividad humana (de nuevo, el motivo último detrás es la escritura). Hace dos meses que estoy en paro porque finalizó la promoción comercial de cacharros de cocina en la que estaba. No es tan fácil encontrar colaboraciones en prensa (sobre todo, con esos 5 años de desconexión) ni conseguir encargos freelance de corrector de textos o similar. Respuestas que se hacen esperar para puestos de comunicación y respuestas de rechazo inmediatas en otros empleos cara al público, ya sabéis, tengo más de 35 años y por tanto soy una vieja inútil.
Bajo el árbol morado. La creatividad maldita saldrá el 9 de mayo. Puedes leer el principio aquí.
Si quieres echar una mano, puedes colaborar con la cantidad que quieras (todos recibirán el pdf del libro completo). A partir de 5€, recibirás también la edición impresa. Y más de ahí (joder, eres rico) algún regalo especial más, que no te voy a contar.
El árbol morado: la creatividad maldita by Sara M. Bernard