Escuchaba el silbido a través del encalado del baño de una cafetería. Sonaba a Mecano. "Cruz de Navajas" quizá. Nunca fui bueno para reconocer canciones pero se le daba bien y además, había escuchado tantas veces esa canción. Era la nuestra. Su melodía se colaba por entre las cuerdas de los tendereros y prendas a medio a secar mientras temblorosos explorábamos el cuerpo del otro por primera vez. Nuestra primera vez.
Después todo se rasgó como se rasgan las cosas que no tienen más remedio que hacerlo. Hacía ya casi tres años que no sabía nada de ella. Y pensé... Bueno, pensé que quizá la vida fuera por un instante como una de esas comedías románticas predecibles y nos volviéramos a encontrar y todo sería perfecto. Pero ni siquiera me atreví a descubrir si en realidad era ella. No fuera a ser que, de pronto, volviera a enamorarme.