Sólido guión mediante, Recursos humanos (que se alzó con el primer premio del II Festival de Cine Independiente de Buenos Aires) encara estas cuestiones en el ámbito laboral, a partir de una mediana empresa metalúrgica de provincias, en cuyo departamento de Recursos Humanos ingresa Franck, nuestro protagonista, en condición de pasante. Este es un joven que regresa de París listo para aplicar en dicha compañía los conocimientos que mamó en la Universidad. De la que egresó provisto de orgullo y de empuje, pero también -y esto es notable- de una enorme ingenuidad. Que el mundo laboral real, con la brutal explotación del hombre por el hombre que lo caracteriza, se encargará de derrumbar con el avance del metraje.
Jalil Lespert, muy ajustado como Franck, es el único actor profesional del reparto. Todos los otros, incluido su padre, los obreros, los sindicalistas y hasta el gerente de la metalúrgica, fueron abordados por personas que hacen maravillosamente de sí mismas. Cierto es que la delegada está un poquito sobreactuada, pero eso no habría que achacárselo al cineasta como al Partido Comunista Francés.