Publicado el 18 febrero 2013 por Pensandoenblogalta
@pensandoblog
El pasado viernes
tuve la oportunidad de poder acudir de nuevo a un concierto de Marlango y pude
recordar lo bien que suenan. Mi relación con la banda de Leonor Watling,
Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra no es nueva y tampoco sabría que etiqueta
ponerle. Un grupo que de primeras no es para nada lo que suelo escuchar pero que, por una serie de casualidades, hoy es uno de mis grupos favoritos. Son
de esos discos que no te cansas de escuchar, que tampoco le sigues mucho la
pista al grupo, que dejas por un tiempo y que, cuando vuelves a ellos,
te gustan tanto como el primer día. Esto es lo que pasó cuando los escuché otra vez en concierto. La verdad es que
no recuerdo muy bien como llegó Marlango a mi vida, aunque me imagino que sería a
través del archiconocido ‘It’s alright’ o ‘Madness’, sí, sí, esa que no paraba de
sonar en Versión Española de La dos. El caso es que me enganchó. Era un grupo
muy diferente a lo que sonaba entonces, con tintes de blues y jazz, pero
jugando con el pop. De ambiente melancólico y con un sonido muy personal. Así, ‘Marlango’
y ‘Automatic imperfection’ fueron dos de los discos que no paraba de reproducir en
el mp3. Pero tampoco era que me preocupase por su existencia.
Después, llegó ‘The
electrical morning’ y me cautivó. Me gusta la forma que el grupo tiene de crear
atmóferas mágicas, con composiciones dulces y delicadas. En definitiva, música creada
para sentir, para disfrutar. Cómo decía y por casualidades de la vida, pude
asistir a la grabación de ‘A solas’ con Marlango y conocí mejor al grupo. Volví
a verlos otra vez con la MTV, creo recordar, cuando me regalaron unas
invitaciones para la presentación del disco en la Joy de Madrid. ‘Walking in
soho’ y ‘Automatic imperfection’ son dos de las canciones que desde entonces me
acompañan, por temporadas, unas veces las escucho más y otras menos, pero que
para mí, son perfectas. Mención aparte para sus vídeos, que son auténticas joyas audiovisuales.
‘Life in the
Treehouse’, su cuarto álbum, sonaba bien pero, nunca me llegó a emocionar. Más
fresco, pero también más pop. Sin embargo, es quizás la mayor evolución músical
del grupo y cuenta con grandes colaboraciones como Rufus Wainwright o el propio
marido de Leonor, Jorge Drexler.
Ahora han vuelto
y lo hacen en español que, yo confieso, me dio un mini-infarto cuando me enteré.
¿Leonor cantando en español?, ¿es que acaso iba a sonar igual de bien?. Pues, chapó.
‘Un día extraordinario’ es perfecto. Sin más. La voz de Leonor, a veces dulce,
a veces más desgarradora, a veces canalla, sigue consiguendo emocionar, en cada
palabra y su banda, con cada nota. Su evolución fue latente en el escenario.
Ese viernes pude comprobar que nada tenía que ver con ese tímido grupo que
empezaba a sonar por allá en 2004, más que por su música por quien lo
integraba. Marlango ha crecido, ahora cuenta con más personalidad, más
complicidad con el público (es imposible no reírse con Alejandro) y la voz de Leonor
se ha perfeccionado muchísimo (aunque le siguen costando un poco los agudos).
El reto era dificil, el concierto era en un anfiteatro, ya sabéis, de butaca
cómoda, y la música de Marlango es lenta, muy lenta, pero consiguieron atrapar
mi atención la hora y tres cuartos que duró el espectáculo. De estos conciertos
que no quieres que se acaben, que sabe a poco. Cada canción, una historia. Y
así, redescubrí de nuevo al grupo, una sensación que a muy pocas bandas puedo otorgar.Aunque todavía me
quedan muchos temas por descubrir de esta nueva etapa, me quedo, sin dudar, con
‘Bocas prestadas’.