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Redundancia de organismos y la ideología del Estado de las Autonomías

Publicado el 24 diciembre 2011 por Vigilis @vigilis

¿Redundancias? Bueno, hasta yo soy capaz de ver que distintos nombres pueden esconder una estructura coordinada eficiente, es decir, que enfrente recursos y resultados y salga a cuenta su inversión. ¿Es este el caso? Tratándose del resultado de la ideología del estado de las autonomías, lo más cabal es pensar que no.
A continuación expongo algunas redundancias en organismos públicos con la aviesa idea de exponer las contradicciones de la ideología autonomicista, que, sin freno, podemos afirmar que ha fracasado. Debajo del título de cada sección, explico en qué me baso para efectuar cada lista de organismos. Me faltan -y tienen especial interés-, las agencias de cooperación internacional o ayuda al desarrollo y los medios de comunicación de titularidad pública.
Institutos de Estadística
Criterio: servicios estadísticos autonómicos reconocidos por el INE en su web.

Institutos de la Juventud

Criterio: institutos de la juventud como entidades públicas a través de las que se implementan las políticas de juventud, expedición de carnet joven, campañas informativas, servicio de empleo juvenil y similares. Excluídos quedan los centros de la juventud y casas de la juventud, en su mayoría de ámbito local y más enfocados a actividades ocio-culturales (como el alquiler de bicicletas para hacer una ruta verde que incluya la visita a una granja de mapaches chupa-rueda con posible sexo esporádico en la campiña).
Instituto Geológico

Criterio: nombres parecidos :)
Agencias de Meteorología

Criterio: servicios de información meteorológica que no se limiten a repicar previsiones de otras agencias. En caso de que repiquen previsiones, aquellas que sean organismos autónomos públicos (por ejemplo, como en el caso castellanomanchego).
Institutos de Consumo

Criterio: haber visto la lista ya hecha.
Defensor del Pueblo

Criterio: oficinas públicas donde el ciudadano acude a quejarse del mal funcionamiento de oficinas públicas como por ejemplo, la encargada de recibir esas quejas.
Instituto de la mujer

Nota: un somero paseo por los institutos de la mujer de España, basta para ver que en las campañas de no pegar a las mujeres y en los programas que dicen que las mujeres no son tontas del culo, se usan modelos: mujeres jóvenes, atractivas, hipermaquilladas, etc. No veo gordas por ningún lado. Esto lo dejo aquí a modo de reflexión.
Es evidente que hay más ejemplos. Sin entrar a valorar la eficacia individual de cada uno de estos organismos (sólo el Estado tiene medios para hacer una auditoría así y este tipo de auditoría JAMÁS se realizará), hay que decir que sus dotaciones presupuestarias son muy dispares, ya no solo en dinero bruto (los institutos andaluces de la mujer y de la juventud, cuestan entre los dos unos 70 millones de euros al año. Junto a los catalanes, son los más costosos. Que podéis decir que son regiones muy pobladas, pero Madrid les va a la zaga en población y ahí no gasta tanto), sino en dinero per cápita.

También es necesario destacar los fines de gasto de estos organismos, ya que por ejemplo, en el capítulo de gastos de personal, hay una disparidad que va del 20% al 70% del presupuesto de estos órganos. Por ejemplo, sólo en Castilla y León, el Instituto de la Juventud dedica el 60% de su presupuesto a pagar salarios (unos 10 millones de 17 millones en total al año), sin embargo, el Ente de Energía de Castilla y León sólo dedica aproximadamente un 20% de sus recursos a pagar salarios. Cuando se trata de actividades que responden a programas de naturaleza ideológica, el descontrol de gasto y la falta de baremos o líneas rojas es espectacular.

Tampoco menos sorprendente es la cantidad de recursos monetarios con que cuentan estos organismos ideológicos, cuando por una parte se agotan los recursos para el mantenimiento de las ayudas sociales, por la otra se paralizan los programas de infraestructuras o incluso hasta se mercadea con las pensiones que han cotizado los trabajadores y se siguen manteniendo estas estructuras de poder, ingeniería social y puro enchufe decimonónico y caciquil (tendrán mascotas, diseñadores y photoshop, pero siguen siendo la misma hez que hace ciento cincuenta años).

Estas mismas estructuras que en muchos casos responden a una cierta "ilusión de país" que ha generado la propia idea de un Estado de las Autonomías que carece de fronteras o límites (la CE sí establece los límites, pero cuando el gobierno de la nación y los gobiernos autonómicos coinciden en políticas o llegan a acuerdos (mercadeo), lo que diga la CE carece de importancia. En ese caso queda el Tribunal Constitucional, afortunadamente sus miembros son nombrados por los mismos políticos que mercadean. El sistema de control es perfecto... para ellos, no para nosotros). Cuando a esta "ilusión de país" se le unen las ansias de control de partidos políticos con esquemas de construcción nacional (aka nacionalistas o federaciones del PSOE o nacionalistas peperos como en el caso galaico), tenemos la construcción de una administración paraestatal, que es financiada mediante aportaciones de otras regiones (como es el caso andaluz) o bien mediante el consumo de bienes y servicios a empresas que pagan sus impuestos allá (como es el caso catalán). Sea como fuere, y reconociendo que hay distintas ópticas para tratar de explicar el problema de la ideología del Estado Autonómico, tenemos una miríada de entes públicos redundantes (y no afirmo que centralizar sea siempre lo mejor), incluso la propia existencia de ciertas comunidades autónomas debe ser revisada al igual que está siendo revisada la existencia de las diputaciones provinciales. Es una sencilla cuestión de números: ¿los caprichitos políticos para enchufar a trepas del partido o para crear una "imagen de país" contribuyen a la mejora de nuestra economía o convivencia? ¿Es racional recortar la deuda reduciendo los gastos en otras áreas antes que en estas?

Dicho esto, imagínate que te llama el gobierno eslovaco y te pide que diseñes su administración política. No, mejor, busquemos un país parecido a España: Italia. Te llama el gobierno italiano y te dice: "queremos una mano inocente que nos diseñe el modelo de toma de decisiones del país". Bien, te pregunto: ¿tu modelo sería el despiporre español? No, ¿por qué? Porque pensarías en conjunto. Pero lo que aquí tenemos es una marquesina de bus justo en una "frontera interior" y a cinco metros otra dependiente de otra administración. El Título VIII de la CE da al Estado la potestad de dirigir y coordinar la acción de las comunidades autónomas buscando el interés general. Bien, pues lleva más de treinta años sin hacerlo y a día de hoy nos hemos quedado sin dinero. Claro que quizás sea más sangrante incluso, que las fronteras de los reinos y señoríos de la Edad Media, marquen nuestra política actual. El país está hecho ciscos. A ver si se enteran: no es populismo poner cada día en titulares a cinco columnas el número de parados de este país, máxime cuando hay millones y millones de españoles que no tienen ni un solo ingreso: viven de la caridad o de las ayudas familiares. Hay una distancia astronómica entre los devaneos mini-nacionales (la ilusión de país) y las necesidades reales de la gente. No, yo no conozco las necesidades de todo el mundo ni pretendo resolverlas: no soy un tirano, gracias. Los tiranos, hoy pasteurizados y dospuntocero, son quienes desde los despachos nos machacan con la Edad Media, con la competición caciquil y con programas sociales de aparente ayuda que tan solo enquistan la dependencia de la administración (para que así pueda crecer) y aumentan la capacidad de latrocinio velado en el que los partidos -todos- tan solo son el primer escalón en la carrera del trepa.

Y así estamos: ante una cuesta muy dificil y encima arrastrando a encorbatados secretarios de diputaciones que no saben comer sopa sin sorber y a gerentes de la organización galáctica del pepino verde apenas indistinguibles de acólitos de sectas.

País, país. La charca, decía Unamuno. Se quedó corto porque murió a tiempo de no ver esto: la miseria, la gran miseria. Y lo que te rondaré morena.


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