Cuando esta mañana , me miraba en el espejo pensando que acumulaba cincuenta eneros, no he podido resistir a la tentación de reflexionar sobre la vida. ¿Quién soy? , ¿ De dónde vengo? ¿dónde voy? .
La alopecia desbocada, que se extiende de la frente hasta el final de los parietales, las sienes plateadas y esos surcos horizontales y profundos en la frente inusualmente ancha, torcidos como los trazos infantiles de un aprendiz de calígrafo, no dejar lugar a dudas. He experimentado sensación de satisfacción; cincuenta bien contados y contables con los tiempos que corren, con satisfacción y fortuna. Soy un hombre de éxito:
- Éxito, es que tu hijo de diga Papá, con lo bueno que eres ¿Por qué no te ha dejado ningún regalo Papá Noel? .
- Éxito es tener trabajo, mucho éxito es que reconozcan tu trabajo.
- Éxito, es que mis compañeros, inviten a su jefe a tomar cañas los jueves en la cigüieña.
- Éxito, es convocar por las redes sociales una cena-sobrinada y no tener taburetes suficientes para sentar a sobrinos, su mujeres, novias.
- Éxito, es recorrer tu pasado cual cangrejo, visitar pasillos, despachos y salones sin encontrar puertas cerradas ni espaldas.
Satisfacción, es mirarte al espejo, pensado que esa humanidad intrínseca que te convierte en imperfecto, te obliga a mejorar día a día, pensando que lo errores cometidos, son fruto de las limitaciones personales, no de la estulticia o la “hijoputez”.
Satisfacción, es tener un regazo donde cobijar los sueños, aunque de vez en cuando su frecuencia cardíaca se dispare por encima de los límites de la normalidad.
Juan Nieto, es mi cumpleaños.