El problema con la minería se repite (más de lo que se quisiera), la crisis económica se repite como la gripe, cada vez con mayor virulencia y sin vacunas que la contrarresten porque el “causante” ya se ha hecho fuerte a las existentes, y ahora la reforma de la Ley del aborto, cuyos indicios es retroceder años atrás.
Cada vez que se dice la palabra “aborto” surge espontáneamente dos voces mediáticas, la que dice sí a la opción de decisión de la mujer y madre, y la que dice no al aborto y sí a la vida, como si la anterior gritara ¡sí! a la muerte.
Es curioso observar como cambian las opiniones vertidas desde una serie de conceptos, premisas, argumentos, opiniones…, según el cristal desde el que se mire.
Si miramos la opinión de Down España podremos leer como considera un “logro histórico” esta reforma de Gallardón porque tiene en cuenta los derechos de las personas con discapacidad. Claro que se les olvida lo más importante, esos derechos se tienen en cuenta para nacer, no cuando ya se está en este mundo y se recortan las ayudas a la dependencia dejando de la mano de Dios a quienes la padecen; una mano que será poderosa, pero que por sí sola no da de comer, ni los cuida, ni los tutela cuando los padres dejan de estar en este mundo y ellos quedan solos y sin tener a dónde ir o quién los cuide.
Me llena de estupor leer opiniones en contra y darme cuenta de que dan por hecho que quien aborta, decidiendo no tener a su hijo o hija, lo hace como quien decide si toma un café, un refresco o una copa, sin ser capaces dentro de su corazón de sentir el dolor de quien decidió hacerlo y que no podrá olvidarlo mientras viva.
Lo que más me entristece, me llena de rabia y me cabrea, es observar como se les llena la boca de palabras de censura a personas que gritan en contra de este supuesto cuando ellas y ellos eliminaron una concepción de antaño, no por malformación sino por venir en momento inadecuado para sus “intereses personales”, claro que para ello se fueron a Londres, al amparo de la mentira y el oscurantismo, y se quedaron tan anchos y anchas —entonces no tuvieron en cuenta el derecho a la vida ni el derecho de las personas con discapacidad, simplemente se lo podían pagar y lo demás no les importó.
No os equivoquéis, no estoy a favor del aborto en toda su magnitud porque creo que hay medidas previas que se pueden tomar cuando no se quiere tener hijos, pero cuando estos se desean más que nada, se sueña con acariciar su frente mientras comen, sentir como late su cuerpecito pegadito a su madre, cuando ver como abren los ojos y miran es como observar el milagro de la vida y de repente sabes que su vida no será un camino duro sino terrible, que dependerá toda la vida de ti y que si tú no estás se quedarán aquí, sin nada, sí estoy a favor de que la madre y el padre puedan decir no a esa vida y no al sufrimiento y no a unos derechos que no defienden nada después del parto, que es cuando realmente tendrían que defender la vida de todos aquellos que tienen y tenemos una discapacidad.