Welcome Refugees, hoy no está Virgilio
¿Estamos locos o qué nos pasa? Cierto estamos locos, la solidaridad y la paz en el mundo nos ciegan, queremos que de una vez el mundo viva en paz y los hombres como hermanos. ¿Pero qué es lo que ocurre? Que esos hermanos son a veces muy puñeteros, o nosotros con ellos y siempre tendremos nuestra rencillas. Envidia, pena, odio, amor, indiferencia, amistad, fraternidad o en algunos casos fratricidio. Abrir las fronteras para ayudar a los desconocidos es una cosa y abrirla a tus hermanos de sangre es otra. Tus hermanos pese a sus pro y sus contra sabes de qué pie cojean, o cómo te pueden ayudar. A un desconocido extranjero le podemos intuir, pero no sabemos a ciencia cierta cómo es. Deberíamos antes conocerlo y él a nosotros, en una especie de presentación de protocolo. Quizás leer su ficha delictiva en caso que la tuviera podría ayudarnos, igual que sus estudios académicos, premios, etc. Una especie de curriculum mundial, un Facebook de refugiado. Pero de acuerdo, asumimos que en su país solo tiene internet el que porta un AK47. Y que el refugiado temiendo por su vida se embarca en un viaje a lo desconocido, a la superpoderosa Europa y su civilizada población.
Se abren las puertas y pasan, el pobrecito y el desgraciado. El pobrecito que sirve de caballo de Troya con sus hijos, sus lágrimas, arruinado de por vida y de hecho su vida y la de sus familia entera en mano de las mafias. Y después el desgraciado, el que maltrata a las mujeres en pos de su religión, el que disparaba los AK47, el que quema con ácido a una mujer sin ningún reproche de su sociedad. Y una vez libre en Europa, ese desgraciado se propasa con mujeres alemanas, holandesas, atenta en París, se infiltra en a saber que grupos, mientras el pobrecito sigue a su suerte en un campo de refugiados. Eso sí en el Ayuntamiento de Madrid, ondea la sábana blanca de Welcome Refugees.
¿Qué Refugees? ¿El de AK47, el del ácido, el que ha vendido su alma y familia a las mafias? Apenas el Ivima puede contener a los más desfavorecidos, al igual que los bancos de alimentos de las ciudades, y van y nos piensan soltar un montón de personas sin país, sin recursos, sin habernos presentado, sin educación europea, sin plan de futuro.
El sonido de las balas, te puede llevar al mismo infierno. Allí al menos uno está calentito frente a los fuegos fatuos infernales, pero ocurre que cuando llevas cierto tiempo frente a las calderas de Pedro Botero, empiezas a quemarte o peo a sucumbir al azufre de la depresión.
¿Tú que elegirías las balas o el infierno? Para un musulmán venir a un continente blasfemo con su Dios es el infierno. Y en este infierno que para nosotros es nuestro hogar, no se han preparado escuelas, ni trabajos, ni viviendas para estos hermanos de Oriente. Maniobra política solidaria, cruce de vidas, intercambio de infiernos. El nuestro, el suyo, pronto lo veremos.
De momento esa sábana del ayuntamiento, no da calor por las noches ni a los de allí, ni a los de aquí. Hay que trabajar para solucionar problemas, lanzar consignas no pararan nada, sino que se lo digan a las generaciones del 36 y su “No pasarán”, o al Berlín inexpugnable del Reig. Toda decisión tiene su consecuencia, a todos nos atañe se haga algo o no se haga, al final los que nos pinchamos con el tridente somos los de siempre. Así que cuando te atraquen, te golpeen, abusen de ti, te frían a impuestos, te roben tus ahorros y se rían de ti no te enfades hombre, que siempre serás Bienvenido.
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