Ni siquiera había puesto los pies en el piso y dentro de mí sentía tristeza, desaliento, desánimo y cuantas otras cosas más; si suele suceder a veces estas cosas, sin que tengamos un aparente día sombrío.
Muy dentro de mí pensé que esa no era la mejor forma de comenzar un día, sobre todo cuando siempre se ha sido muy positivo.Estos instantes de meditación me movieron a elevar una plegaria al Dios del cielo, rogando que tomara cualquiera fuera la razón de esa sensación interna tan poco prometedora, y mientras rogaba al Señor por mi vida y por el día que iniciaba para mí; comenzaron a invadir mi mente muchos pasajes de las Sagradas Escrituras relacionadas con el amor de Dios, los propósitos divinos para con nosotros y la bondad maravillosa de Jesús.Solo fueron algunos minutos con Dios y de repente toda aquella montaña de malestar desapareció por completo y la vida volvió a tomar su color.
Que maravilloso refugio es el Señor en los días aparentemente malos, como el amor divino y la gracia de Dios pueden transformarlo todo únicamente usando esa herramienta gloriosa llamada oración.
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