Hay millones de ejemplares abandonados en las estanterías. Y todo porque alguien irresponsable no se paró a pensar en su momento. La palabra libro no nos exime de ciertas obligaciones. Regalar libros a lo loco pude acarrear consecuencias inesperadas. Como es un libro, puedo estar tranquilo... No, todo lo contrario. Si compras un libro, serás responsable de su destino y de los efectos que provoca en el lector. Hay que tener un corazón de piedra para no sentir lástima de ese tomo abandonado, sin abrir, entre dos figuras de porcelana.
Deberían inventar un dispositivo para saber si se ha leído el libro que regalamos. Nos ayudaría para las próximas ocasiones. Una especie de fosforescencia, para no olvidarnos para siempre del detalle que tuvieron con nosotros al regalarnos aquella historia interminable, tan de moda ya casi en el paleolítico superior. También es necesaria una asociación sin ánimo de lucro. Para que saque a la luz los datos y evidencie el maltrato que sufren los ejemplares regalados. Es un maltrato por falta de uso. Ya les gustaría a muchos estar desvencijados y repletos de manchas, subrayados o dobleces.
Esta preocupación por el futuro de los libros creo que me ha brotado al leer La venganza de los bibliotecarios, una recopilación muy divertida de tiras cómicas de Tom Gauld. Tanto me ha gustado, que he leído otro anterior del mismo autor dedicado a la ciencia, El departamento de teorías alucinantes. Estos libros tienen muy poco texto. Son tiras publicadas en periódicos. Así que si los recomiendan, seguro que no van a sufrir abandono. Al revés, pueden acusarles de provocar adicciones, porque una viñeta te lleva a otra... La vida de los escritores, los libros y los científicos dan mucho de sí, sobre todo cuando se escribe con inteligencia. El estilo minimalista de Tom Gauld es una garantía.
Quien regala un libro ejerce un poder, por eso debe ser responsable. Y no vale con eludir nuestras obligaciones diciendo que tal libro lo recomendaban en la prensa o en la radio. Como tampoco vale sentirse más listo que los demás. Regalar un libro para mejorar a la otra persona. Es como decir mira qué listo soy, no te preocupes, que lo tuyo tiene remedio... Te regalo La familia, una novela de Sara Mesa, para que sepas qué es literatura de verdad. O aquí tienes El mito de la inteligencia artificial, un ensayo de Erik J. Larson, para que sepas qué es eso del algoritmo y las máquinas pensantes.
En fin, todavía está a tiempo de pensar lo que va a hacer. Hay un método muy bueno para no equivocarse tanto. Consiste en hablar con la persona, con el futuro lector. Sí, hablar de libros. Suele darnos pistas sobre cómo evitar el abandono de los libros. Claro que siempre hay excepciones. Me regalaron un libro. Pensé que era horrible. Un año después se me rompió el móvil y lo abrí, a ver de qué iba. ¡Deslumbrante!