Revista Diario

Reiniciar

Publicado el 01 octubre 2014 por Rocío @catpeoplees

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Hoy he soñado que salía a la calle y mi vecina en su porche tenía un mono. Me acerqué para verlo y ella lo llamó: “Andrés ven“. Me dijo: ten cuidado que desconfía.  Lo más desconcertante fue que el mono, que yo supuse macho, tenía cara de señora mayor; después de un rato su cara cambió y pasó a ser una mezcla entre Meryl Streep y Hellen Mirren pero en pequeñito. Que conste que para mí Meryl Streep y Hellen Mirren no son señoras mayores. Al menos no en mi sueño.

Los días que no descanso lo suficiente por la noche me gusta dormir la siesta, aunque sea de quince minutos, y este tipo de sueños son la primera consecuencia. La segunda es que si de verdad me duermo, babeo.

Si hay una tradición española que de verdad merece la pena elevar a la categoría de fiesta nacional esa es la siesta; pero tiene que ser corta, porque si te dejas ir y duermes tres horas, en lugar de descansar te despiertas como si hubieras almorzado gin tonics en copa de balón.

Si dormir de noche es como apagar el sistema, la siesta sería el equivalente a reiniciarlo. No sé si se nos pega de estar tantas horas junto a las máquinas, pero mi cerebro también se cuelga a ratos y entonces sí aparece otro mono dentro, no Andrés, tocando los platillos a lo Homer Simpson.

El síndrome del nido lleno

Cambiando de tema, hay una cosa que, directa o indirectamente relacionada con la crisis (aquí puedo decir económica pero también vale la mía misma), se está notando en casa. Tiene que ver con haber vuelto hace mes y medio de Montevideo, y estar ahora en casa de/con mis padres.

Los psicólogos conocen mucho acerca del síndrome del nido vacío, pero les voy a allanar el camino porque en mi casa lo que mi madre tiene ahora se llama síndrome del nido lleno. Ayer salí a pasear con ella y me reafirmo en que no hay nada mejor para la autoestima que las opiniones de una madre. Modo irónico on.

Yo sé que las madres son opinadoras natas, porque te han criado y porque, por decirlo mal y pronto, les saliste del c*ñ* pero una está muy sensible con ciertos temas y sí, yo sé que lo que yo entiendo por ganarme la vida y ser feliz no da para fardar delante de los vecinos, pero es que es mi vida y prefiero hacer lo que me gusta aunque sea ganando poco a vivir amargada, porque es que encima encuentra tú, treintañera mujer, un trabajo fijo por cuenta ajena. Es más fácil encontrar un unicornio.

En fin, nos criaron con mentiras: los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez, la vitamina C del zumo que se va si no te lo bebes rápido… pero creo que la mayor de todas fue la mentira de: estudia y estudia en la Universidad , luego podrás elegir tu trabajo…

Pero amigos, en el siglo XXI el trabajo no existe, son los padres.

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