Reinventar la naturaleza

Publicado el 08 septiembre 2010 por Biologiayantropologia

REINVENTAR LA NATURALEZA. Publicado en Levante 8 de septiembre de 2010
Cada cultura, cada generación, remodela el concepto que posee sobre la naturaleza. La teoría darwinista sustituyó una concepción estamental y jerárquica de las especies por otra evolutiva que, en realidad, condensaba el concepto de naturaleza con un nuevo paradigma: la revolución industrial, la concepción mecanicista de los seres vivos. Es difícil sustraerse a la propia cultura en la que uno está inmerso y los valores que comporta en cada momento. Darwin no es una excepción. Aprovecha sus estupendas observaciones de naturalista para imprimir y proyectar en la naturaleza el concepto de selección del más fuerte, de la progresión del más capacitado para la supervivencia y, por ende, para la reproducción: es la misma idea que sustancia la revolución industrial de la Inglaterra que le tocó vivir. El más competitivo se perpetúa porque desplaza al más débil.
Hoy asistimos también a un nuevo paradigma, a una reinterpretación —¿reinvención?— de la naturaleza. Ya no se trata del más fuerte. Hoy subsiste el que posee mejor, mayor y más diversificada información: ése es ahora el más dotado. En este sentido, se abre paso una nueva visión de la naturaleza: el que posee un ADN genéticamente más completo y más diferenciado es el más capacitado para la subsistencia en un mundo en permanente evolución. Es la nueva matriz cultural. El modo como concebimos las complejas relaciones de un mundo globalizado y cambiante, inseguro, en continua adaptación. La visión que tengamos nosotros mismos ha de ser esencialmente la misma que poseamos de la naturaleza, si no queremos disociarnos esquizofrénicamente y sucumbir en el intento. No hay naturalismo neutro: la naturaleza es, de algún modo, una proyección antropocéntrica. Podemos indagar si realmente la naturaleza es así, y entonces surge la pregunta de por qué se hace necesario un modelo cultural explicativo de la naturaleza. Son cuestiones importantes y sugerentes.
La respuesta a la segunda interrogación ha de ser concordante con la primera. Es decir, necesitamos explicar nuestro comportamiento antropológico y social desde una base natural, para legitimar nuestra conducta, también nuestras incoherencias; e incluso para negar ese supuesto. Leonardo Polo, en su ensayo Presente y futuro del hombre, lo sugiere así: «Es importante lo que el hombre piense del universo que no se puede separar de lo que piensa sobre sí mismo: el hombre y el universo no son dos totalidades separadas; el hombre guarda una estricta relación con el universo. Porque su naturaleza, en gran parte, está constituida por elementos del mismo; porque el universo es el gran teatro donde se desarrollan las actividades del hombre y, por tanto, es integrante de nuestros proyectos, en cuanto que se realizan en él, y porque además el mundo acogerá nuestro cuerpo al final de nuestro existir. De forma que lo que pensemos del universo influirá necesariamente en nosotros».
Esto podría llevarnos, casi sin quererlo, a un comportamiento reaccionario: la no apertura a lo que nos habla la naturaleza o, en todo caso, a tamizarlo de tal manera que se nos haga ininteligible: el hacer oídos sordos, viviendo en las sombras de la caverna platónica. No mirar hacia afuera, sino contemplarnos a nosotros mismos: yo sería, según esta tesis, el más dotado, el más inteligente, el más astuto, el sobreviviente de un mundo caótico para los demás, que quedarían a su suerte. Pedro Líopez. BiólogoGrupo de Estudios de Actualidad