Revista Diario

Relacion cambio climatico Erupciones volcanicas

Publicado el 26 abril 2015 por Pedrochile

Desde hace mucho tiempo se vienen haciendo estudios sobre los cambios que pueden ocasionar las erupciones volcánicas a causa de las enormes cantidades de químicos que estas lanzan a la atmósfera. Estos cambios climáticos son causados por la reducción de la radiación solar enfriando el clima unas décimas de grado debido al velo que forman los aerosoles, cenizas y polvo emitido por el volcán a la estratosfera, pero así mismo dependen de otros factores como por ejemplo la ubicación y el momento de la erupción. Como consecuencia de esto se pueden producir fenómenos como el Niño y la Niña y es posible que contribuyan al calentamiento global, fenómeno atribuido normalmente a la acción del hombre.
Desde hace tiempo, los efectos de las erupciones volcánicas sobre el clima han atraído la atención de los científicos, siendo el primero Benjamín Franklin quien en 1784 relató sus observaciones sobre la reducción de la radiación solar en el verano de 1783, atribuyendo esta a una erupción del volcán Laki, ubicado en Islandia, en el mismo año. Franklin supuso que las cenizas expulsadas por el volcán formaban una niebla seca a gran altura que causó los fuertes fríos registrados en el este de los Estados Unidos y el oeste de Europa en el invierno de 1783-84.
Existen dos tipos de volcanes: los difusivos y los explosivos. Los primeros humean continuamente y dispersan a baja altura gases, lava y cenizas. Por eso afectan solo a su entorno inmediato y no modifica mas que el microclima local.
Los volcanes explosivos se caracterizan por sufrir periódicamente erupciones súbitas y violentas, con suficiente energía como para impulsar polvo y compuestos químicos directamente hasta la estratosfera. Ello significa que puede resultar afectado el clima global.
Las erupciones volcánicas son de ínfima duración (del orden de horas), pero su efecto puede durar años. No todas las erupciones tienen importancia climática; sólo las explosivas, que lanzan violentamente gran cantidad de material (aerosoles, cenizas y polvo) hasta la estratosfera, donde no hay lluvia que lo lave. Las partículas que llegan a la estratosfera descienden rápidamente, de modo que, a los cinco o seis meses de una erupción violenta, menos del 10% de la cantidad inicial estimada de ellas puede aún permanecer en el aire. En cambio, el S02 reacciona con el vapor de agua y produce ácido sulfúrico (H2S04), que queda en suspensión en la estratosfera por hasta dos años, en forma de pequeñas gotas llamadas aerosoles. Tal lapso es suficientemente largo como para que esos aerosoles se dispersen por toda la atmósfera y ocasionen una merma del flujo de radiación solar que llega a la superficie del planeta, con lo que este se puede enfriar algunas décimas de grado. En consecuencia, el efecto de las erupciones volcánicas en el largo plazo depende, principalmente, de la cantidad de bióxido de azufre incorporado a la estratosfera. Algunas de estas sustancias y los gases que también emite el volcán, pueden hacer el efecto contrario: transparentes a la radiación solar y opacas a la terrestre (de onda larga); producen entonces el efecto invernadero, calentando el clima. Sin embargo, el primer efecto es mucho mayor que el segundo y el resultado neto es enfriamiento.
La intensidad de las erupciones se estima mediante un índice de explosividad volcánico (lEV), basado en factores como el volumen de ceniza y de fragmentos de roca expulsados, la altura de la columna nubosa y las características de la explosión. El IEV va de 1 a 8; en términos generales, para que alguna erupción pueda afectar el clima global debe asignársele por lo menos un lEV de 4, aunque se han presentado erupciones de un orden menor que han modificado el clima al aportar una cantidad mayor de bióxido de azufre de lo normal.
Así mismo para que una erupción volcánica cause efectos sobre el clima global debe encontrarse en un tiempo y un espacio determinado, para que los gases y las partículas expulsadas puedan ser esparcidos por toda la atmósfera por medio de los vientos. Aparentemente los mejores lugares para afectar el clima del planeta son las locaciones ecuatoriales.
En conclusión para que una erupción volcánica genere cambios climáticos debe cumplir que:
· Sea una erupción explosiva que lleve las partículas y los gases expulsados por encima de la estratosfera, ubicada 10 km por encima de la superficie terrestre.
· Involucre cantidades significativas de bióxido de azufre.
· Se ubique en un lugar y un tiempo adecuados, en donde los vientos puedan distribuir tanto los gases como las partículas por toda la atmósfera.
Utilizando variados datos preexistentes y mediante el uso de modelos matemáticos, Peter Lamb y John Mítchell calcularon un índice de polvo volcánico velador (PVV) para el lapso que va desde el inicio del siglo XVII hasta el principio de la década de los 80; este índice se trata de un indicador de la opacidad óptica del polvo volcánico.
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Los volcanes emiten dos gases que pueden tener un impacto en la temperatura global – dióxido de azufre y dióxido de carbono (CO2). Cada uno de ellos tienen efectos muy diferentes y actúa en escalas de tiempo diferentes:
  • Dióxido de azufre – cuando este gas es emitido a altitudes elevadas (alrededor de 16.000 m o superior) penetra en la estratosfera. Aquí se pueden formar gotas de ácido que parcialmente dispersan y reflejan la luz del sol lejos de la Tierra, que enfría la superficie. Estas gotas tienen un impacto bastante inmediata y, en cantidad suficiente, pueden enfriar el clima durante unos meses – o incluso un año o dos – pero luego las gotas caen de la estratosfera y volver las cosas a la normalidad.
  • CO2 – Sabemos que este es un gas de efecto invernadero, así que cuando se emite en cantidades suficientemente grandes, podría tener un impacto en el calentamiento de nuestro clima. CO2 dura en la atmósfera  alrededor de 100 años, por lo que cualquier impacto se dejará sentir durante un largo período de tiempo.

Tras la potente erupción volcánica del monte Pinatubo (Filipinas) en junio de 1991, los científicos detectaron durante los dos años siguientes una reducción del flujo de CO2 hacia la atmósfera.
Investigando las causas, descubrieron que las cenizas y otras partículas expulsadas por el volcán habían creado, durante 1992 y 1993, una bruma alrededor del planeta, reduciendo la luz solar que alcanza la superficie, y haciéndola menos directa y más difusa.
Muchos científicos creyeron entonces que dicha reducción causó una disminución de la temperatura de la Tierra y con ello de la respiración del suelo y las plantas.
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Pero investigaciones posteriores de la universidad californiana de Berkeley demostraron que las plantas simplemente aumentaron su eficiencia durante el proceso de fotosíntesis, absorbiendo más dióxido de carbono, y si bien la temperatura global descendió en medio grado, debido a que la radiación solar general disminuyó en cino por ciento, dicha alteración del clima no es significativa.
Sin embargo, los análisis sirvieron para profundizar en el negativo impacto de fenómenos más habituales, como los efectos de los aerosoles y la contaminación presente en la atmósfera.
Efectos sobre el entorno
Tormenta de cenizas: la erupción volcánica expulsa por el aire o por medio de una columna de gases pedazos de lava que, según su tamaño, serán cenizas, arena, bloques... Las cenizas pueden producir incendios forestales, además de cubrir tierras dedicadas a la agricultura y tejados -hasta derrumbarlos-, destruir cosechas o impedir las siembras temporalmente.
Flujos de fuego: las rocas calientes, de muy diversos tamaños y envueltos en gases que se desplazan como un fluido por las laderas de los volcanes, pueden alcanzar temperaturas de varios cientos de grados y velocidades entre los 50 y 150 kilómetros por hora. Se trata de los productos volcánicos más destructivos y mortales, ya que arrasan lo que encuentran a su paso, incluidas construcciones o cualquier forma de vida debido a su fuerza y alta temperatura.
Avalanchas de barro: se componen de fragmentos de rocas, cenizas, sedimentos y gran cantidad de agua, lo que hace que fluyan rápidamente pendiente abajo debido a su gran capacidad de arrastre. Estas avalanchas se llevan suelos, vegetación, rocas y todos los objetos que se encuentran a su paso, formando enormes ríos de lodo y piedras. Han llegado a enterrar poblaciones enteras y a modificar el cauce de grandes ríos.
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Ríos de lava: se producen por el derrame de roca fundida que emite el volcán, aunque rara vez ocasionan víctimas ya que descienden lentamente. Estos ríos destruyen todo lo que encuentran a su paso por incineración, choque y sepultamiento.
Gases y lluvia ácida: el magma contiene gases disueltos que son liberados por las erupciones hacia la atmósfera, normalmente tóxicos y peligrosos para la vida vegetal y animal.
Los gases pueden causar efectos nocivos especialmente en el área cercana al macizo volcánico ( 5 kilómetros), aunque en algunos países los han provocado hasta a 30 kilómetros de distancia del punto de emisión.
La lluvia ácida afecta principalmente los ojos, la piel y al sistema respiratorio de las personas. También causa daños a cosechas y animales que comen la vegetación afectada. En ocasiones, las gotas de lluvia al mezclarse con los gases adheridos a las cenizas pueden causar la lluvia ácida, perjudicial tanto para las personas, animales y vegetación, como para estructuras metálicas.
Tormentas eléctricas: los gases y vapores que eructa el volcán favorecen que el aire pueda conducir electricidad producida en las nubes, originando una gran cantidad de rayos y relámpagos. Además, facilita la formación de fuertes aguaceros.

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