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Relaciones tormentosas con el alemán

Publicado el 12 septiembre 2012 por Ismaelpardo @ismael_pardo
Hace algún tiempo que quiero presentar una orden de alejamiento a alguien bastante cercano a mí. La cuestión es que, a no ser que alguien pueda borrarme la memoria, no voy a poder, porque contra quien (o mejor dicho, contra qué) quiero presentar esa orden de alejamiento de la que os hablo es un idioma: el alemán. Sí, mi lengua C y un idioma con el que he compartido muchísimas cosas. Pero resulta que, después de más de año y medio de carrera, tuve unos días (que se alargaron a varias semanas) en las que pensé que quizás me había equivocado en elegir el alemán.
Creo que me cegó el hecho de que tenía una relación bastante cercana al idioma de Goethe, pero la verdad es que ni siquiera era tan bueno como creía ni me gustaba tanto como pensaba. El alemán es una lengua difícil y no disfrutaba nada estudiándola ni creía estar aprendiendo mucho.
El principal fallo que tuve con esta lengua fue dedicarle el mismo tiempo que al inglés, que es mi lengua B. Es decir, bastante poco. Y con una lengua con la que has tenido contacto, pero uno bastante fugaz, las horas de estudio e investigación con ese idioma en cuestión (bueno, en realidad, con todo con lo que estés empezando) se doblan o se triplican.
Todo esto, unido a la forma que hay que estudiar estas lenguas en la universidad (es decir, en un sprint lingüístico intensivo que no todos pueden seguir), hace que haya estado desencantado con el alemán hasta tal punto de querer modificar mi matrícula, perder dos años enteros de esa asignatura y elegir una con la que me sintiera más a gusto. 
Se me vino a la mente un comentario de mi profesor de Francés, el cual se desencantó, en cierta manera, con la elección que había hecho: «Que sepas dos o tres frases en alemán no significa que sepas hablarlo y, en Traducción, no se va a aprender el idioma, sino a usarlo de manera práctica». Aún así, yo preferí seguir mi intuición. Esa intuición con la que he estado enfadado desde hace un año y medio. Pero, eso, obviamente, fue un simple bache.
Después de las dudas, del tiempo que desperdicié (según mi ceguera) con el alemán, he descubierto que quiero a ese idioma más que nunca y que voy a hacer todo lo posible para recuperar lo que he estado perdiendo en estos tiempos de desgana y apatía, que, sinceramente, me han ido hasta bien.
alemán Porque es la lengua de la que me he enamorado más rápido, y no precisamente porque la estuviera estudiando en la escuela, sino por la experiencia que tuve para empezar a hacerlo; porque es una lengua a la que le he ido cogiendo cariño conforme he ido aprendiéndola y, además, he podido eliminar los típicos tópicos que siempre surgían acerca de ella; porque es un idioma con el que me siento más fuerte, me concentro más y porque, simplemente, me encanta. Y, porque, después de todos estos altibajos y todas estas dudas que, a veces, son  infundadas y duelen, creo que he elegido bien. Creo que puedo dedicarme a este mundo con el alemán en mi repertorio.
Hoy os pregunto todo lo que he estado hablando en esta entrada: ¿habéis tenido alguna duda con alguno de los idiomas que habéis estudiado, tanto dentro como fuera de la carrera? Si la habéis tenido, ¿cómo la solucionasteis?
Os deseo lo mejor. Nos vemos en la próxima.
Un saludo desde Málaga al mundo.

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