Relato: bares llenos de desahuciados del mar de la vida.

obra de Miguel Angel Merino

Una vez conocí a unos náufragos de interior. Habían encallado en la barra de un bar.
Uno, cuando solo era un grumete, y era agitado permanentemente por el oleaje de sus pocos y pobres recuerdos ambientados con algún canto de sirena y su temor a ser pasado por la quilla. Agotado y vencido, sin ganas de remar, había echado el ancla impedido ya el rumbo a ningún puerto de mujer, y gritando: ¡Otra botella de ron!

Otro, curiosamente a la misma hora en que se sustituyó una botella de ron en la barra de ese bar, aguantaba la respiración y espatarró los ojos y la boca al mismo tiempo, como queriendo ver y respirar al unísono, cosa que todo el mundo sabe que es imposible a no ser que hayas sido entrenado concienzudamente para ello, era zarandeado por el grumete con la furia del mar. 

Tenía ante él un vaso lleno, desde la primera ronda de ese día, y le apuraba a que lo vaciará mientras él indicaba la imposibilidad parando su mano a escasos centímetros de su cara, como si hubiese un tope, una pared, algo que separaba su faz de todo lo que le rodeaba. Ese algo debía ser transparente pues interactuaba cuando la ocasión lo requería. Tras porfiar un buen rato, aceptó una pajita y con ella absorbió el contenido del vaso. Cerró los ojos y volvió a tomar una bocanada de aire en el que flotaban las palabras: ¡te lleno el vaso para cuando emerjas!
Es verdad lo que cuento porque yo era el mascarón de la barra.
MariCari, la Jardinera fiel.

{¡B U E N A_____S U E R T E!}♥ ღ ♥