
- ¿Cuantas gotas nuevas trajo la noche? - me preguntó inmediatamente después de que entré a la estancia.- No hubo ni media esta vez, la luna se las robó.- Tenemos para un día, pero mañana necesitamos más gotas. Cada vez eres peor, ¡maldita la hora en que me vine contigo!
Cerré la boca y detuve mis frases, no hubo palabra que lograra emerger nuevamente de mis labios esa noche, ella no comprende que ante la ausencia de lagrimas solares, las gotas faltarán también. El trabajo no es fácil, mucho más en estos tiempos, cuando a los arcos iris nos toca andar huyéndole a los duendes.