La sala de conciertos estaba repleta, eso siempre la ponía de buen humor. No era lo habitual. En los últimos años era frecuente asistir a audiciones extraordinarias a medio aforo. Aquella tarde todo presagiaba que lo iba a pasar bien. Tenía un acompañante de su agrado, el programa era esplendido y sentía curiosidad por escuchar al joven solista español del que había escuchado maravillas.
Tras el concierto dieron un largo paseo. La temperatura era perfecta y tenían tiempo sobrado hasta llegar al restaurante. Estaba contenta pero no del todo. ¿Qué fallaba? recapituló para ordenar sus pensamientos. La dirección fue buena, sobre todo en el concierto para violonchelo. Hubo algunos bostezos al final de la segunda parte pero no mermaron la concentración del director que probablemente había dormido poco, o estaba algo hipotenso. La parte instrumental funcionó bien, detectó algún violín perezoso y una tuba que cometió un pequeño desliz, nada reseñable. El solista interpretó correcto, quizá algo falto de fuerza en el allegro. Es verdad que no hubo vis pese a los aplausos. Lo atribuyó a su juventud. No daba con ello. Su impresión era de haber contemplado una imagen craquelada. Desde lejos perfecta pero mirada de cerca presentaba la superficie levemente quebrada.
Fue a la mañana siguiente cuando al desayunar se dio cuenta de todo. Preparaba el zumo de naranja y las tostadas con tomate y jamón ibérico cuando lo oyó en la radio. Repetían en directo el segundo pase del mismo concierto de la tarde anterior. No solía hacerlo pero decidió dejar la radio encendida mientras llevaba la bandeja al soleado jardín. Escuchó con atención y notó diferente la música, en especial el violonchelo. No estaba craquelado, la música era nítida, más fresca, con fuerza y sobre todo con la tensión correcta. Ahora sí suena bien, pensó. Desayunó con lentitud disfrutando de nuevo de la edición matutina del concierto de su querido Haydn. Fue al final cuando el locutor comentó de pasada que el solista estaba enfermo y había tenido fiebre el día anterior pero no quiso suspender. Hoy se había levantado mejor...