Revista Diario

Relato: "Juli, Paco y los discos"

Publicado el 03 enero 2011 por Darioigp

Bajó lentamente el pie del auto generándose una extraña ansiedad; como si disfrutara alargar la distancia temporal con esas veredas, con esos aromas. Pisó sobre un pedazo de pasto que asomaba de una baldosa, e inmediatamente algo lo sacudió por dentro.
No era lo mismo. El sol convertía las veredas en desiertos alargados llenos de luz y calor; y la entrada al almacén de Paco estaba cerrada como si hubiese sido sellada por el calor. No, nada era igual. Pero en realidad era algo que debía sucederle a todo aquel que vive una época importante de su vida en un lugar y, una vez que se da forma a otra vida lejos de ahí, se cree que al retornar las cosas volverán a esos colores y voces que el pasado puso en un altar inalcanzable; porque las casas estan en su lugar; las calles se parecen; los árboles siguen ahí; pero no hay pasado; no está él del cuadro.
Golpeó la persiana del negocio justo donde la “P” de Paco pega la vuelta y se despinta un poco, centímetros debajo de la palabra “Almacén / Fiambrería”.
¿Estaría su viejo amigo?; había hablado el día anterior con él por teléfono; tenía que estar.
Justo en el momento que empezaba a sospechar que le había dicho otro día de llegada, escuchó los pasos largos del tipo que acostumbraba a llevarlo en sus hombros cuando metía un gol en la canchita cercana a las vías, mucho tiempo atrás.
-¿Quién es? -. Su voz, era igual pero en versión rasposa.
-Yo… pedazo de puto -.
-¿Juli? ¡¡Juaaa!! Que haceee…– una pausa y sonidos varios – pará que encuentro las llaves y te abro por la puerta -. Julián giró a su derecha dirigiéndose a la entrada de la casa, junto a la persiana del almacén. El ritual era el mismo. Miles de momentos que dictaban qué hacer. Esperar, escuchar que la llave corra, luego la cadena, y el abrazo de Paco. Amigo. Aunque habían pasado casi quince años desde el último abrazo, hubo muchas conversaciones telefónicas que hacían sentir que poco había sucedido en el medio de esas palmadas eternas que atravesaron los años; y todo termina conectándose hacia atrás.
Todas las vivencias se condensaban en forma de charla. Ambos se habían sentado en esa especie de living que venía detrás del almacén, y que Juli conocía muy bien. Estaba bien fresco ahí adentro gracias a un ventilador de techo gigante y la humedad de siempre que convertía a ese lugar de la casa en un verdadero oasis.
En un momento Julián arremetió contra la estantería con vinilos; sacó lo que el ancho de su mano derecha le permitía.
-sabía que ibas a querer verlos; ¿te acordás?-.
-¿me estás jodiendo?-.
"War" de "U Dos" (porque así le decían antes); "Zeppelin II", esa edición importada de "Faith" de The Cure que le habían traído a Paco de Buenos Aires; los de Virus; los de Def Leppard... . Julián dió un largo sorbo a su cerveza. Se quedó perplejo mirando la tapa de "Rio" de Duran Duran.
Malditos discos. Ellos ahí tan cómodos todos estos años; y él ahora mirándolos mientras esas tapas le preguntan "¿y?, ¿qué hiciste de tu vida?". Y la respuesta nunca los dejará conformes. Nunca lo dejará conforme.
Lo miró a su amigo casi sin necesidad de que entienda o pregunte. Los dos lo sabían, y Paco intuyó lo que Julián necesitaba saber:
-Vive en Buenos Aires hace unos años, pensé que te la habías cruzado -.
Miró la hermosa sonrisa del disco, y la percibió demoníaca, burlona.
Nada. No había hecho nada. Y la cosa seguiría igual.

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