Relato: Recuerdos de los cuatro

Publicado el 28 mayo 2012 por Tifa
En cuanto mi compañera Hada Fitipaldi suba su proyecto (un texto basado en la misma imagen que veréis al final de la entrada), os proporcionaré el enlace para que podáis leerlo =) .
Recuerdos de los cuatro
Bea entró al salón, donde encontró a Cecilia observando la foto. De nuevo.–Déjalo ya –pidió mientras le ponía una Fanta de limón delante–. Bébete esto, que todavía está frío.–Es que aún no puedo creerlo –contestó la otra chica, tratando de contener con dignidad el nudo que sentía en la garganta–. No sé cómo pudo ocurrir.Bea agradeció que por fin hubiera aprendido a aguantar las lágrimas. Su amiga siempre había vivido anclada en el pasado. Siempre había soñado con que, algún día, se reencontraría con su primer amor, y juntos podrían formar una familia.Por su parte, ella esperaba que se hubiera enfrentado a la realidad la semana pasada. Creía que habría funcionado como una terapia de choque.–Todos tomamos caminos diferentes. Estas cosas pasan, Ceci. Nunca podríamos haberlo imaginado. Hacía mucho que no nos veíamos.–Pero, ¿qué es lo que fue tan mal? ¿Por qué Edu…? –guardó silencio un instante– Ni siquiera pudimos despedirnos –suspiró–. Cuando lo vimos en la iglesia, con ese semblante serio, vestido de negro… pensé que me iba a desmayar de dolor.A Bea le picó la curiosidad.–¿Cómo te habrías despedido de él? La mente de Cecilia aprovechó la pregunta para irse muy lejos; comenzó a soñar despierta.–Habríamos ido de picnic, a las barcas del lago, o a cualquier tugurio donde poder pasar juntos sus últimas horas. Luego habríamos ido a su casa, o a la mía, para despedirnos entre las sábanas. Habría sido trágico, pero tan romántico…Bea se mordió el labio inferior para evitar esbozar una sonrisa sarcástica. Pensó durante unos segundos si sería adecuado atar los pies de su amiga a la tierra, hasta que finalmente decidió que era lo más sensato.–Primero, dudo mucho que Edu hubiera aceptado acompañarte. Segundo, ¿le habrías hecho eso a Rafa? Porque no dice nada bueno de ti –mientras hablaba, observaba cómo los ojos de su amiga se hacían cada vez más grandes. Estupefacta, le costaba creer lo que estaba escuchando– Y, tercero… ¡Despierta, tía! ¡Fuimos a la boda de Edu y Rafa la semana pasada! ¡Has tenido mogollón de días para superarlo!Ambas permanecieron en silencio durante unos segundos cargados de tensión que parecieron eternos. Finalmente, las lágrimas rebosaron los ojos de Cecilia, quien, en una rabieta, agarró el lápiz más cercano y comenzó a tachar la cara de Rafa en la fotografía que ahora reposaba en la mesa. Todo, mientras sollozaba con gran sonoridad.Bea suspiró con desesperación. Para evitar problemas con su inestable amiga, decidió salir de allí. Menos mal, pensó, que hacía tiempo que había escaneado la foto original (la única en la que habían salido bien los cuatro, de entre todas las que tenían de cuando se encontraban en el pueblo donde veraneaban de pequeños) y la tenía guardada en el ordenador.De no ser así, habría querido matar a Cecilia.