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Relato:Después de amanecer

Publicado el 12 abril 2016 por Daniela
Relato:Después amanecer
Después de amanecer

La boda de su hermano.Sara miraba admirada como su hermano mayor se casaba con el amor de su vida.Alejo y Julia eran la pareja perfecta.Amor a primera vista siempre comentaba Alejo con ojos soñadores .Pero Sara estaba muy lejos de cumplir sus sueños románticos.
―¿En qué piensas? ―preguntó Franco.
Franco Salvatierra siempre sería su primer amor.Diez años mayor que ella, el empresario argentino la veía como la hermana pequeña de su amigo.La historia de siempre: enamorarse del amigo de tú hermano.Al principio podía manejar los nervios que le producía tenerlo cerca pero luego cuando Franco comenzó a tener novias estables la tristeza por lo que nunca pasaría invadió su vida.No se consideraba una mujer débil por llorar un amor, estaba segura que superaría a Franco era solo que la boda ponía a flor de piel sus sentimientos.
Ella lo miró y como siempre fue un placer hacerlo.Alto con ojos grises y cabello marrón representaba la perfección masculina mientras que ella era una pelirroja teñida y bajita.
Sonrió al recordar cuándo como cualquier adolescente trataba de llamar la atención de un hombre.Su color natural había sido el castaño pero ella creía que el rojo le quedaría mejor o por lo menos eso pensó cuando Franco salía con una pelirroja.Tiempo después se acostumbro al color y hasta llego a gustarle.
―Sara ―gritó alguien sacudiendola.
―¿Qué pasa? ―preguntó ella saliendo de su ensoñación.
―Mi niña sueñas dormida ―dijo él sonriendo.
―Disculpa es que estaba distraída ―dio sonriendo.
―Parecías pensar en algo serio.
―No ,nada de verdad sólo pensaba en que se están acabando las vacaciones y pronto empezarán las clases.
―Eres una excelente profesora de filosofía y tan solo con veintitrés años ―dijo él visiblemente orgulloso.
―Gracias ― asintió complacida con sus palabras.
―Algo te pasa estás muy callada y triste ―dijo él.
―Será el cansancio ―comentó ella.
En parte era verdad.No se pasaba los días pensando en Franco ya que tenía un buen trabajo,familia y muchos amigos con los que compartía su vida.
―Pero de todas formas me debes un baile ―dijo él.
Ella asintió y aceptó la invitación a bailar.Estar en sus brazos, rodeada de su calor fue hermoso pero sabía que era un momento robado en el tiempo.Por la mañana Franco volaría a alguna parte del mundo a hacer sus negocios y de nuevo se alejaría.La canción terminó y él parecía reacio a dejarla marchar pero al final lo hizo.
La boda siguió en todo su esplendor hasta que los novios de despidieron y Sara saludó a sus padres para marcharse a dormir.
―¿Estás bien hija? ―preguntó su madre.
―Tengo un pequeño dolor de cabeza es mejor recostarme.Si me siento mejor vuelvo, por lo visto la fiesta está en su apogeo ―dijo sonriendo.
―Ve a descansar hija ―dijo su padre.
Sara salió de la mansión dejando atrás la fiesta y a Franco o por lo menos eso esperaba.El chofer la llevo a su casa.Minutos después llegaban a las afueras del centro de Buenos Aires.
Necesitaba mimarse para olvidar el dolor de amar a Franco.Lleno la bañera y se quedo más de lo acostumbrado luego sacó un bote enorme de helado de chocolate para comerlo en el jardín iluminado por la luna.Unos pasos fuertes llamaron su atención.
―Sara ―susurró él al verla sentada sobre el césped como si fuera una niña.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó ella asombrada.
―Mi niña creo que lo sabes, es más diría que siempre lo supiste.
Franco la levantó del suelo para pegarla a su cuerpo mientras ella luchaba por respirar.La miro a los ojos y sintió que todo era correcto.Amarla era natural, fácil y lógico.Siendo una adolescente había estado prohibida pero ahora era una mujer y sería suya.Por muchos años trató sin éxito de reemplazarla con otras mujeres.No estaba orgulloso de su comportamiento como hombre y la vida se lo había cobrado porque su vida era vacía sin aquella mujer.
Acarició su mejilla comenzando una serie de pequeños besos que terminaron en su boca.Primero rozándola y después tomando posesión de ella.
Como si ella no pesara nada la alzó y subieron a su habitación.No existían dudas.Aquella misma noche Sara sería su mujer para siempre.Con suaves caricias fue incrementando el deseo de ella que sólo podía dar pequeños gemidos de placer.
―Franco por favor ―gimió ella.
―Pronto mi niña ―dijo sacándole la ropa.
No quería apresurar las cosas pero su deseo era tan fuerte que creía perderse en un mar de amor.Besó todo su cuerpo y Sara tuvo el primer orgasmo de su vida.Se detuvo ante aquel descubrimiento.
―¿Eres virgen? ―preguntó él.
―Si ―dijo ella tímidamente.
Él sonrió sintiéndose primitivo.Suya, únicamente suya y de nadie más.Franco hizo acopio de todo su control y se dedicó a darle placer para que su primera vez fuera perfecta.Hicieron el amor lentamente y todo fue un aprendizaje para ella que como buena alumna estaba dispuesta a aprender.Llegaron al clímax envueltos en un dulce deseo.
―Franco…―dijo ella somnolienta.
―Shh duerme Sara.
Ella obedeció y cerró sus ojos sintiendo el delicioso perfume de la piel de él.Franco la abrazó y el sueño hizo cerrar sus ojos buscando descanso.Sara se desperezó lentamente sintiendo la fuerza de unos brazos que la abrazaban.
―Buenos días ―dijo él besándola.
―Franco…
―Mi niña ―dijo él besando su rostro―.Tan hermosa y valiente.No digas nada y vamos a disfrutar del amanecer.
Franco se propusó enloquecerla de placer pero sin llegar a hacerle el amor debido a su inexperiencia.Luego la llevo en brazos a la ducha y ambos se dieron placer.
―Franco por favor no puedo más…
―Tranquila ya volvemos a la cama ―dijo sonriente.
Él la acomodó en el centro de la cama y le pusó su camisa.
―Hermosa ―dijo besando su cuello.
Sara no quería pensar en nada a pesar de que no era sensato.Le resultaba muy fácil olvidar quienes eran en la cama, en sus brazos.Pero la realidad se abrió paso.
―Tenemos que parar ―susurró ella.
―¿Por qué? ―preguntó él.
―Bueno hay muchas razones en verdad ―dijo ella.
Pero él no era un niño que debía escuchar las razones de su madre.Siempre había hecho lo que quería y hacía demasiado tiempo que quería a Sara.Estaba donde siempre había deseado estar y no aceptaría más que un sí de ella.
―¿Tenemos que parar porque soy mayor que tú? ¿Por qué soy amigo de tú hermano? ¿Por qué no me amas? Contesta ―casi gritó él.
Ella lo miró asustada ya que nunca lo vio disgustado.Entonces se armó de valor,ya no era una niña.
―Porque yo te amo y tú a mi no ―dijo ella llorando.
―Maldición ―dijo él antes de apoderarse de su boca.
Sara se rindió sin luchar, no existían motivos para hacerlo.
―Mi niña te amo, siempre lo he hecho ―dijo él.
―Pero nunca dijiste nada ―sollozo ella.
―Muchas cosas me lo impedían.
―No eres viejo ―dijo ella tratando de bromear.
―Soy diez años mayor que tú y el mejor amigo de tú hermano sin contar con que debía dejarte crecer.Te conozco de toda la vida amor pero me prohibí tenerte.
Sara lo escuchaba sin poder creer en sus palabras,él se encontraba nervioso, asustado pero también muy contrariado por dar explicaciones cuando todo parecía evidente.
―¿En verdad me amas? ―preguntó ella tímidamente.
―Te amo mi niña ―dijo acompañando sus palabras con un dulce beso.
―Te amo Franco ―susurró ella pegada a su cuerpo.
Minutos después él se separaba de ella para buscar en sus pantalones una pequeña cajita negra.Ella lo observó fascinada cuando se arrodilló a su lado.
―Hazme el hombre más feliz del mundo ¿Quieres casarte conmigo?
―Si ―dijo ella con lágrimas que surcaban su mejilla.
Abrazados recibieron un brillante amanecer y así permanecieron mucho tiempo.Ninguno soportaba la idea de separarse aunque tendrían que contarles a sus familias las noticias.Acurrucados en la cama disfrutaron de su amor, un amor guardado por años pero eterno.

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