Relatos de otras vidas de ensueño-2

Publicado el 22 octubre 2012 por Maricari
Extracto: recordemos que Alopa es una niña blanca convertida en india jacarilla que ha conocido al apache Shola y ya su mundo se ha quedado parado en ese acontecimiento... tal y como podemos leer AQUI.
- No tengo esposa, puedes quedártela si quieres. - Son ocho puntas, debe estar en el palo honrando tu tienda.
- ¿Cuál es la tuya?, girando su cabeza hacia mí.
- Esa, y señalé mi pequeña tienda.
Estaba muy orgullosa de mi tienda, toda la piel la había decorado con bellos dibujos de pájaros, flores, caballos corriendo, pintados con muchos pigmentos que al ser atravesada por la luz tomaban vida y parecían volar.

Colección Edward S. Curtis

Se dirigió raudo a ella llevando en una sola mano, sin problemas de peso, la cornamenta. Le seguí corriendo pues no recordaba si la estancia estaría muy desordenada y tropezaría con mis cosas, cuando ladeé la entrada y penetré en su interior con la luz suave vespertina colándose a través de sus tapias de piel, contemplé una espalda enorme elevada al firmamento mientras sus brazos, aún más altos, descendían suavemente tras colocar el trofeo en mi palo. Quedé boquiabierta, era la segunda vez en aquél día que veía su torso desnudo, pues acababa de resbalar por él su piel de búfalo. ¡Terrible día!, jamás había sabido en toda mi existencia qué era un sentimiento de agonía y parecía que se había instalado en mí corazón hacía unas horas sintiéndolo ahí, fuerte. 
Tendría que hablar de todo aquello con el Hechicero, él siempre me escuchaba y me aliviaba, pero no tuve tiempo de seguir pensando pues mirándome sonriente me decía algo parecido a que ahí quedaba muy bien, pero yo solo miraba sus dientes blancos y un pelín separados los dos centrales que le daban un aire infantil y risueño, creo que en ese momento todo quedó a oscuras dentro de mí mientras desde fuera, la luna nueva se filtraba por los huecos que el ocaso del sol había dejado libre, y sacando de su faltriquera un tarro de barro, se untó la raya negra que ensombrecía su mirada con un ungüento blanco que parecía manteca, y un trozo de trapillo de lino con el que se borraba la banda mortuoria, apareciendo ante mí el más bello rostro varonil que jamás había contemplado. 

Colección Edward S. Curtis

Se agachó  quedando su cara a la altura de la mía y me pasó el trapo para que terminase de eliminar los restos de hollín, que de mil amores hice, aunque aturdida al notar cómo una de sus manos subía por mi espalda desatando por segunda vez mi cabellera que, desbordándose, quedó encerrado entre los arcos que formaron sus brazos cruzados a mi espalda, lo que provocó que mi cara estuviese en serio peligro ante la suya, y así fue, sí, fueron mis labios los que rozaron los suyos al mismo tiempo que su trapillo besó mi suelo mientras mis brazos subieron hasta colgarse de su cuello…
Mi nariz olió su piel, mi lengua saboreó su boca, mis labios hablaron a los suyos en gemido primerizo y volé , volé por los aires como una peonza enganchada a su cuerda, sabiendo que en un instante será soltada dando vueltas y vueltas, en lo que es su razón de ser.
Con las claras del día se marchó, quedándome aovillada en mi camastro mientras el sonido de los cascos de dos caballos se perdía en dirección norte, y me embargó la pena de perder la felicidad, de perder el amor, me quedé como la peonza tras sus giros, varada en el suelo.
No, no puedo acompañarle, mi poblado me necesita. Dice que volverá, que volverá cuando la pradera esté llena de flores… como las bellas flores en las paredes de mi tienda formando un jardín con caballos galopando al penetrar la luz radiado del nuevo día. Pero no tengo consuelo. Es un triste día, pues vienen los aires fríos y nuestros recursos son escasos, nuestros hombres cazadores son inexistentes  hay que ponerse en marcha…  En la primavera vendrán los búfalos…  qué haría él, qué haría en este caso… el Hechicero lo sabe, estuvieron hablando de estos asuntos, tal y como me dijo mi niño compinche que no quiere separarse de mí, como por un mandato…
MARZO
El invierno está a punto de terminar, hemos aguantado y desde hace unos días, hemos puesto en marcha un plan, recogemos piedras de la pradera y las estamos acumulando para que, antes del deshielo, las traslademos con los caballos al lugar de paso del río, dice mi niño compinche que dónde dijo Shola, formando una pared natural que hará que los búfalos al retornar, no crucen hacia la explanada del sur, sino que entren a nuestra pradera. Además colocaremos las pieles de búfalo para darles confianza, esas pieles son de cuando vivíamos más al Sur, están viejas pero servirán, no volveremos a recorrer grandes distancias para conseguir nuestro sustento.
Hacemos guardia por turnos, todos esperando a los búfalos. Alguna vez me ha tocado guardia y he tenido el presentimiento de no estar sola en la vigía, pero deben ser cosas de mi pensamiento, aunque sola no estoy, mi barriga sigue creciendo, no podré participar en la cacería a caballo con los demás arqueros y lanceros, pero tampoco tendré que hacer el trabajo de las mujeres despedazando los búfalos pues su olor es tan fuerte que no podría aguantarlo, estoy segura, me han encomendado que cuide de ellas, con mi arco, preparada por si alguno queda herido y hay que acabar con él antes de que provoque algún daño entre nosotras y los niños.

Colección Edward S. Curtis

Llegaron los búfalos, la algarabía, los caballos y jinetes corriendo veloces, se lanzaban flechas y lanzas, nuestros jóvenes pasaron la prueba, nuestras mujeres estaban trabajando felices y solo tuve que disparar un par de flechas que me las recuperaba Gusua.
Fueron varios días de trabajo y cansancio y de unión entre los míos, pero mi tiempo sigue detenido, nada avanza, excepto mi barriga, que cada vez tengo que ir abriendo más la costura lateral del vestido. Seguimos curtiendo las pieles cerca del río en el que antes pescaba, pero ahora todo lo tengo que hacer sin ver el suelo, llevo muchos días sin verme las puntas de los pies, pero estoy feliz, si él no volviera… si él no volviera… él está conmigo ya para siempre.
MAYO
Qué bello mes, va haciendo calor y hemos recibimos la visita de Shola y de su padre que, comentaron a la vista de nuestras pieles, más de cincuenta, que habíamos tenido una buena cacería, como la de ellos,  y que venía a por su cornamenta de  ocho púas pues tendría tienda propia.
Mi corazón se heló y su hijo me dio una patada en mis adentros que casi me puso de rodillas, no por dolor físico que era inexistente, sino por la conmoción de una pérdida, de un dolor en el alma. ¿Cómo no había pensado que ello llegaría? Que sería de otra mujer, que tendría su vida y… ahora me miraba y miraba mi barriga y sonreía con su sonrisa traviesa y tan atrayente para mí.
Vino a mí y tocó mi vientre mientras me miraba a los ojos y me decía:
-          - Y a por ti, la dueña de mis sueños. Y ahora también a por mi hijo.
Era el momento de partir, de dejar mi tienda atrás, y decorar una más grande con mis caballos veloces, mis flores, mis pájaros, todo me estaba esperando. Cargué mis pocas cosas en la parihuela que arrastraría Mohíno que se vendría a otros pastos y, me despedí de los que hasta ese día habían sido los míos.
Shola montó su caballo y cogió las riendas a Mohíno, iba delante y yo tumbada con mi barriga hacia arriba pues no podía ponerme en otra posición de lo avanzado de mi estado, serían tres o cuatro días hasta su poblado. Era un día agradable, soleado, con pájaros surcando los cielos, y Shola y su padre reían, y me contagiaban cuando de vez en cuando decían alguna palabra en mi idioma. Iban pensando nombres para mi hijo, algunos eran ridículos, pero no podía dejar de reír con ellos, hasta que sentí un dolor grande en mi bajo vientre y solté en un grito el nombre de mi hijo Wapite.
Shola me ayudó a llegar hasta el tronco de un árbol, y  cortó las hojas verdes de eucaliptus colocándolas bajo mis piernas para recibir a nuestro hijo. No podía incorporarme, estaba en cuclillas y la cabeza de Wapite estaba comenzando a ser parte de la pradera… Fin.

Colección Edward S. Curtis



P.D.: "Los sueños… y la capacidad de inventar otras vidas casi como si fueran reales. Dedicado a todas las soñadoras…"
MariCari, la Jardinera fiel.

{¡B U E N A_____S U E R T E!}♥ ღ ♥