
Presentación en LA LUNA NUEVA
José Luis Ordóñez resalta en el prólogo la fecundidad creativa de todo lo relacionado con el cine: “De alguna manera, la fascinación que emana de plasmar relatos de ficción en celuloide y contemplarlos en la mágica sala proyectados sobre la pantalla blanca, siempre dispuesta a ser el lienzo para la mejor de las tramas, se contagia al debate, a la discusión, a la conversación que surge alrededor de los aspectos relacionados con las películas”. El cine da mucho de sí. Hablamos de las películas, de los guiones, de las ideas, de los actores y directores. No hay dos interpretaciones iguales de una película. Por si fuera poco, el cine genera más ficción, genera más narración. Todo lo que rodea al cine, desde las peripecias de un rodaje hasta las emociones del espectador, es un buen material para contar historias: “Pero, además, también podemos escribir ficción con el cine como excusa, tomar el entorno cinematográfico igual que si fuera el mejor de los decorados, para recrear ese relato que deseamos integrar en la atmósfera que se desprende de los rodajes, de los estrenos, de las salas de exhibición, de los exteriores donde se han filmado obras míticas. De ahí surge las idea del libro que usted tiene ahora entre sus manos”. Los diecisiete relatos están impregnados tanto de un amor incondicional a las películas como de una inevitable nostalgia ante lo que se está perdiendo o se ha perdido ya. Reflejan muy bien este momento de transición que estamos viviendo. Relatos como “Se llamaba Aliatar”, de Loli Pérez, entrelazan la historia personal con la historia de nuestras últimas salas de proyección. Otros nos cuentan qué ocurre cuando los del cine llegan a un pueblo para rodar, como en el texto de Juan Varo Zafra. O cuando llegan a una gran ciudad para grabar un episodio de la Guerra de las Galaxias, como en el relato de María Zaragoza. Juan Carlos Palma analiza el extraño caso de la familia Cansado, tan extraño que puede dar lugar al guión de una buena película: prohibir ver cine a tus hijos constituye una norma paternal muy peculiar, luego sus razones tendrá. José Iglesias Blandón se encuentra a un jugador de fútbol idéntico a Woody Allen en la pista. Pedro Pablo Picazo nos explica por qué un niño puede llegar a odiar a Steven Spielberg. Y, como es lógico, en “Sin perdón”, Elena Marqués relata lo que ocurre cuando los sueños del cine trastocan nuestras vidas reales… Se trata de un conjunto de relatos muy entretenidos, dada la variedad de perspectivas y estilos. Las referencias constantes al séptimo arte y el buen manejo de las técnicas narrativas por parte de todos los participantes nos invitan a ir al cine y a seguir leyendo.http://www.lavozdelsur.es/relatos-en-35mm-historias-de-cine-en-andalucia
