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Relato:Un amigo incondicional

Publicado el 23 marzo 2016 por Daniela

Un amigo incondicional
Relato:Un amigo incondicional
Un perfecto viernes de fiesta pensó Anabel viendo a todos sus amigos reunidos en el jardín. Era muy difícil ser abogada y mantener vida social pero por suerte hasta la fecha había logrado congeniar las dos cosas.
—¿En qué piensas Any? —preguntó Javier.
—En lo afortunada que soy de tenerlos en mi vida —dijo señalando a sus amigos.
—Hermosa los afortunados somos nosotros —dijo él abrazando a su amiga.
Se quedaron abrazados durante mucho tiempo ya que Anabel quería sentir que todo aquello era real. Después de perder a sus padres en un accidente ella sólo tenía a sus amigos. Sin duda Javier era el más cercano de todos ellos. Compartían la misma profesión y vivían en el mismo edificio. Pero sobre todo, se sentía segura en sus brazos.
—La primavera está llegando Any y esté año no permitiré que te deprimas. Es hora de que vuelvas a vivir plenamente. Tus padres no querrían verte así.
—Sé que lo que dices tiene mucha lógica pero para mí tres años no son nada —dijo llorando.
Javier la llevo a la casa para hacerle un té con la esperanza de que se calmara. Media hora después al fin logró convencerla de algunas cosas. La reunión siguió y él no se alejo de ella en el resto de la noche. Cuando el último de los invitados se fue Anabel cayó rendida en su sofá negro.
—Estoy cansada —dijo riendo.
—Es la edad —bromeó Javier y ella le tiró una almohadón.
Anabel pensaba que la edad era muy relativa ya que con treinta y cinco años Javier parecía un joven de 20 años, excepto cuando se ponía sus sobrios trajes de abogado.Le quedaban de maravilla pensó, con su metro ochenta de estatura y esos ojos negros como la noche .Su piel era morena y como buen argentino tenía un porte de cierta arrogancia burlona,muy sexy.La guerra habitual de almohadones comenzó y Javier tomó ventaja al aprisionarla en el sofá. De pronto ambos fueron muy conscientes de sus cuerpos y cuando sus miradas se encontraron fue como si se vieran por primera vez. Ya no eran amigos sino un hombre y una mujer a punto de besarse.
—Javier somos amigos…—dijo ella nerviosa.
—Shh —dijo él y la besó.
Los labios de él eran dulces y tiernos a la vez.Desesperada por sentirlo cerca se apretó a él sintiendo el masculino cuerpo. Si la boca de él era una maravilla otro tanto podía decir de sus manos que vagaban libres y perezosas por su cuerpo.
Javier dejo de pensar en cuanto la mirada verde de Anabel le quito la respiración. Esa mujer lo volvía loco y esa noche le demostraría que era el único hombre capaz de hacerla feliz.Bajita, cabello castaño y ojos marrones con una piel morena coronaban una mujer con carácter dulce y vulnerable. ¿Qué hombre podría resistirse a eso? Él sin duda jamás pudo.No es que hubiese planeado algo y luego de esperar casi dos años para decirle lo que sentía por ella, no dejaría escapar esta oportunidad.
—La ropa —dijo ella luchando con los botones de su camisa.
—Tranquila Any —dijo él y ella asintió.
Lentamente comenzó a desvestirla y ella impaciente se removió provocándolo.
—Me estás torturando —dijo él.
—Me parece justo —rió ella.
Javier no tenía intención de hacer el amor con ella en el sofá. La levantó en brazos llevándola al dormitorio.
—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —preguntó dándole la opción.
—No creo que tengamos opción respecto a eso. Promete que siempre seremos amigos.
—Puedes contar con eso y mucho más.
Una vez desnudos Javier recorrió su cuerpo con las manos y la boca. La llevo al clímax dos veces antes de unirse a ella.
—Por favor Javier —gimió ella.
—Any —gritó él y llegaron juntos al placer.
Tuvieron que pasar varios minutos para que recuperaran la respiración de forma normal. Javier la abrazaba como siempre pero a la vez no era igual. Ella suspiró y él sintió miedo.
—¿En qué piensas Any? —preguntó él temeroso.
—No soy capaz de formular pensamientos coherentes cuando siento tú perfume —dijo ella estirándose para besar su pecho.
—Any tenemos que hablar —dijo él tomando su rostro.
—Otro día —dijo ella sonriendo pícaramente.
Cuando cayeron rendidos por la pasión Anabel agradeció que fuera sábado. De caso contrario tendría que mentir y faltar al despacho. A su lado, Javier dormía como un bebé y salió de la cama sigilosamente para no despertarlo. El agua caliente la ayudo a despejarse pero cuando la puerta se abrió y vio a Javier desnudo sintió que su piel se quemaba.
—Debes pensar en el planeta y compartir el agua —dijo él sonriendo.
—Amo al planeta —dijo arrojándose a sus brazos.
Desde ese momento Anabel añadiría a su lista de adicciones las duchas con Javier. Desayunaron en silencio pero la mirada de él sólo expresaba deseo.
—Any vuelve a este mundo corazón.
Corazón. Anabel sentía tanto amor por él pero debía ser cuidadosa. Pasar de ser amigos a novios era un paso muy grande. Ella estaba dispuesta a darlo sin dudar.
—Lo siento es que como comprenderás las cosas no son fáciles para mí —él asintió.
—¿Te arrepientes?
—No, claro que no pero…—dijo sin saber cómo explicarlo.
—Sé que es difícil de afrontar que nuestra relación cambié así de repente pero ninguna de los dos busco esto. Somos adultos y tenemos que afrontar lo que sentimos.
—Tenía miedo de que para ti no fuera importante. Tú fama en la ciudad pues no es muy buena que digamos.
—No voy a la cama con todas las mujeres que se me cruzan pero debes de entender que como heredero dr Armando Soler siempre estoy en el foco de las revistas.
—Oh pobre millonario —dijo ella bromeando.
—Jajá. No te burles hace unas semanas fui al supermercado y compré una crema para el rostro. Al otro día las revistas se preguntaban mis tendencias sexuales.
—¿Crema para el rostro? .
—Mi piel es muy seca —se defendió él.
—Podemos ir a un spa juntos —propuso ella.
—Cuando quieras pero este fin de semana tú y yo hablaremos de nosotros —se levantó de la silla para tomarla en brazos.
Rieron y luego a duras penas llegaron al dormitorio donde durmieron hasta la noche. Cobijada en los brazos de su amigo tuvo que admitir que estaba enamorada de Javier. No sabía cuál había sido el momento exacto y no le importaba. Mirarlo en su cama la llenaba de amor y esperanzas de un futuro rodeada de amor, eso claro si él sentía lo mismo. Él abrió sus hermosos ojos marrones y Anabel estiro su mano para acariciarlo en la mejilla.
—Hola
—Hola —dijo ella sonriendo.
Parecía tan natural estar con Javier en su cama como si no hubiese otro lugar en el mundo para él.
—¿En qué piensas? —preguntó.
—Pienso en cómo vamos a seguir después de este fin de semana.
—Muy bien entonces hablemos —dijo sentándose en la cama—.Yo quiero el paquete completo.
—Y eso incluye…
—Ser novios oficialmente, vivir juntos, compromiso de matrimonio. Podría esperar como máximo dos años pero tengo dudas.
—No puedes estar hablando en serio —dijo ella asombrada.
—¿Y qué esperabas? Pasar todo el tiempo en la cama no es mi estilo. No contigo Any, yo lo quiero todo.
—Pero hablas como si fueras una pareja estable y ni siquiera sabemos lo que siente el otro.
—Bueno no hay que ser un genio para darse cuenta de que tenemos mucha química y somos amigos. Las relaciones cambian hermosa.
—La nuestra cambio para siempre —dijo ella pensativa.
—Voy a sonar arrogante pero te amo y jamás le he ofrecido a una mujer esto. A ninguna le di más de una noche.
—¿Me amas? No puedes amarme —dijo ella saliendo de la cama.
—Pues claro que te amo y no es por lo de anoche. Primero te quise como amiga pero con el tiempo y al estar juntos empecé a verte como mujer. Como mi mujer.
—Yo no sé qué decirte —dijo sin atreverse a confesarle su amor.
—Tú también me amas Any es imposible de que no te dieras cuenta después de la forma en qué hicimos el amor.
Anabel se arrojo a sus brazos y decidió que era momento de vivir.
—Te amo y si sabelotodo me di cuenta anoche. Viendo hacía atrás me doy cuenta de que siempre me sentí segura a tú lado. Te amo.
—Te amo —dijo él besándola.
Se quedaron abrazados en la cama planeando su vida juntos. Anabel agradeció a Dios el regalo que significaba Javier en su vida. Por su parte Javier no podía esperar hasta la mañana para presentarle al mundo la maravillosa mujer que amaba.

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