La diferencia entre armonía y equilibrio es la mesura. La poesía es equilibrio, pura continuidad. Dudo de la pureza entre el número 0 y el número 1. Tiendo al 1 siempre, eso es equilibrio.
La poesía es claridad, otorgación del ser, vivencia. Ética y estética, suavidad. Aquellos que se empeñan en desgastar palabras y símbolos, en otorgar creencias a aquello que nunca ha sido dado morirán como el asno en el huerto de la asimilación.
Los indolentes se han empeñado en enseñarnos a vivir, en prepararnos para nuestra nueva vida. No existe la coincidencia en el año 91, a partir de ese instante todos los nacimientos se preparan para una nueva dimensión, el equilibrio y su fortuna.
No quieras decir, no desees expresar. La poesía es simpleza equilibrada. La extensión mata, la palabrería ahoga. Ve al grano, directo, con la paciencia de los sensibles. ¿Piensas acaso que has escrito algo que merece la pena?
Pregunto a aquellos que me escriben por sus lecturas y sus escrituras. ¿Conoces aNietzsche? ¿A Platón? ¿A Spinoza? Si la respuesta no convence no temeré males. La respuesta es absurda.
Los indolentes acompañan en el camino de la justificación, de la armonía. Con ellos se consigue el equilibrio. No nacerás dos veces en el mismo planeta, lo dice el contrato aunque borren los márgenes de la letra muy fina.
Pienso en el año 91. Leo lo que recibo y me confunde. La poesía verdadera nunca confunde, ni justifica, solo engrandece la palabra. Nunca seré nadie para juzgar, pero la libertad en noviembre es reminiscencia.