Revista Literatura
Reminiscencias xix
Publicado el 24 julio 2014 por Foncho05XIX
Esta noche me he sentado en la colina del recuerdo,
con los ojos entreabiertos,
y abrazado, ¡cómo no!, por los reflejos de la luna
que bajaban de su lado con un lazo irresistible
de ternura hasta mi alma.
Y esta noche, una vez más, he aspirado
el aroma del salitre que dejaban las resacas
con las olas en la playa,
y he sentido el hormigueo que producen
las estrellas cuando brillan en los ojos,
la caricia inconfundible que nos mandan,
los suspiros y susurros de un idioma
que acelera los sentidos
y me acerca la razón a la locura.
Esta noche yo he escuchado ese canto singular
de las cigarras,
y no pude sustraerme a soñar con sus
arpegios infantiles,
a volar, con las gaviotas trasnochadas,
que volvían a la costa,
a sentir el suave roce de la hiedra, entre mis manos,
y ese pétalo sublime de la rosa
de unos labios que tomaba entre los míos.
Porque fue la poesía, nuevamente,
la que vino a rescatarme en su conjunto,
en un cuadro irrepetible de emoción y colorido.
Esta noche me he sentado en la colina del recuerdo
pero no para añorar viejas pasiones,
ni buscar a las princesas y sirenas encantadas
de los cuentos,
ni tampoco deshojar las margaritas como antaño.
Esta noche simplemente fui feliz en esa entrega,
y ese acto, donde tanto me contaron las estrellas,
con sus guiños y silencios,
y también con esa luna plateada
que no quiso que volviera a los recuerdos
y me dio, con su reflejo, un abrazo singular
de poesía y de ternura.
Esta noche comprendí cuánto te amo
y fue allí, en la colina del recuerdo,
cuando vi la desnudez de nuestras almas,
cuando pude comprender porqué los niños son felices
cuando ríen,
cuando buscan una estrella y una concha,
en las arenas de la playa,
cuando juegan con sus barcos en los pozos de los cuentos,
cuando elevan los cometas intentando que se escapen
a la nada.
Esta noche comprendí porqué el amor,
es el motor y es el rubor que nos alienta sin descanso,
es la emoción que nos embriaga
y acelera los sentidos de las almas,
y es el embrujo que subyuga
y nos hace comulgar, con nuestros labios,
en los labios tan amados.
"...Esta noche me he sentado en la colina del recuerdo
y no pude contener tanta emoción
en mis pupilas,
porque vi como la vida continúa
y una luna y las estrellas me decían:
"que adelante", que siguiera mi camino,
y buscara entre las sombras esa luz
con el mensaje del Amor entre sus pliegues..."
Rafael Sánchez Ortega ©
14/07/14