Tal y como planteaba hace unos días, he decidido renovar mi imagen de cara a las redes sociales (Facebook-Twitter), como uno de los objetivos de este nuevo curso que ahora empieza. Hay más, claro está, y entre otras metas estará comenzar el cuarto libro, actualizar más a menudo este blog, y participar con mayor frecuencia en pequeños certámenes literarios, aunque solo sea como entrenamiento mental.
Mi habitación actual en la infinita casa de Mark se verá drásticamente reducida al ámbito familiar, de modo que ningún amigo deberá darse por ofendido al ser “eliminado” (feo término este), pues espero contar con todos en el nuevo perfil que crearé, y que será de carácter literario/profesional. Con todos los que tengan algún interés en estos temas, por supuesto, y sin ningún tipo de compromiso. Pretendo que esa nueva página dé cabida a cualquier persona que quiera saber de mí y de mi trabajo, sin las prevenciones que ahora mismo sufre mi muro actual, donde está expuesta -parcialmente- mi vida. También deseo terminar con la participación “voyeur” (aquí el francés me suena más diplomático) de algunos de mis contactos, y creo que esta es la mejor solución. Sigo pensando que no es de recibo acudir a una fiesta privada para permanecer acodado (y acomodado) en la barra, guardando absoluto silencio…
Intentaré hacer la mudanza virtual en los primeros días de septiembre, en los que inicio igualmente un nuevo año… ¿Cuál? Por si a alguien se le ha olvidado, publicaré una foto con esos dos grandes (ay) dígitos, demostrando que no todas las mujeres tenemos miedo a decir la edad. Si alguna vez lo tuve (algún temor), eso se acabó. Todo termina en la vida (como cantaban las sevillanas), y la parte positiva de esto es que cada final conlleva un nuevo comienzo. Lo mejor siempre está por llegar.
Confío, espero y deseo que nos sigamos viendo, hablando y leyendo. Lo pediré como regalo de cumpleaños…