© Sergi Escribano
Renuncio.
Me guardo.
Me resguardo.
Te pienso.
Borro el pensamiento.
Agarro las acuarelas.
Una franja verde. Otra azul.
Llora el lienzo.
Llora el abedul
y la albahaca triste se seca.
Escribo con furia.
Las lágrimas se reprimen.
Ya no más.
Me acuesto en posición fetal.
Sufro un minuto.
Al siguiente todo sigue igual.
El pasillo yace vacío.
Los libros gritan ausencias.
Acaricio el campo desierto
de mi abdomen.
Subo a los pechos
y dejo mi mano en mi corazón.
Mío es este momento
y son los gorriones
que me ven desde el balcón.
Una bocina aúlla a lo lejos.
Soy yo
con un grito desesperado.
Quiero despertarte
y que me mires.
Y en ese último esfuerzo
hacia tu memoria
me duermo.
Al despertar
todo sigue igual.
La casa, los libros,
la albahca,
el deseo extinguido.
La boca seca
el animal enjaulado
te borro
volvés,
te borro,
vuelvo.
Patricia Lohin
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