Un día, al abrir sus ojos y mirar a su alrededor como tenía por costumbre, vio el horizonte ennegrecido con una terrible y malcriada tormenta.
Siente miedo, se estremece y un temblor recorre su tallo hasta sus hojas, sacudiendo el rocío nocturno que se resiste a abandonar sus pétalos robándole el poco calor que conserva tras su angustia nocturna, y queda paralizada por un zumbido misterioso, todo su ser gime y se doblega, algo vuela sobre ella, otro monstruo solitario que le mira con grandes ojos.
Se pregunta si será amigo o enemigo, y mientras, en la lejanía, oye un trueno que le hace sentir deseos de ser aún semilla, alargada y arrugada como un cascarón de nuez bajo tierra. Pero recibe una caricia en su corola, siente unas patas correteando sobre ella y después, la penetra en su cáliz inundándola cálidamente, sintiéndose una flor completa (ahora sabe para qué ha surgido en aquel paraje, para alimentar y para formar su propio ramillete silvestre de flores amarillas-hijas).
Se quedó sola otra vez al marcharse el monstruo cariñoso y vareada por un viento fuerte que le provocó un gran estornudo, lanzando sus semillas recién fecundadas al espacio tormentoso. Quiso gritar y pedir auxilio porque sobre ella solo se cernían nubes negras y no eran sus amigas, nunca la trataron bien, siempre abofeteada y magullada sin saber por qué.
Se sintió madre cuando vio a su alrededor como las primeras gotas de agua se precipitaban sobre sus semillas liberadas y aireadas, pues la tormenta arreciaba y su cuerpo desgastado y lacerado no necesitaba otra estación más para ser consciente del por qué en aquél desértico paraje, mientras sus semillas recibían un baño de felicidad y éxtasis que las iba hundiendo lo justo y necesario en la madre tierra. Y comprendió la necesidad de aquellas nubes y sus ojos se llenaron de lágrimas, aplaudiendo a rabiar con sus hojas, intentando saltar y hasta volar (aunque no pudo porque sus raíces eran maneas para su tallo y su vida aérea). En ese momento, deseó tener, en otra verde primavera, su propio ramillete silvestre de flores amarillas, todas a su alrededor y contarles su vida, darles consejos y tiernas caricias, quién sabe...
P.D.: "La vida se descubre a cada momento y a cada momento surge la vida..."
MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}♥ ღ ♥