Revista Literatura
Esa tranquilidad que precede al tornado.
Y se precipita, atronador, de forma imparable, potente, imposible.
Tras la larga agonía de la vida, sin pararse a pensar en lo vivido y perdido. "Dáles descanso eterno, señor".
Como quien te coge la cara con fuerza para que le mires fijamente a los ojos y sea imposible huir de su mirada. " Es el día de la ira"
Lo inevitable aporrea la puerta y las voces se alzan."Señor ten piedad"
Voces como deberían tenerlas los ángeles, de la mano de violines, violas y cellos. Atormentados por fagots, contrabajos, timbales y trompones, acariciados por un orgáno templado y una trompeta magnífica.
Confundidos los malditos...