Debo abandonar afanes de
conocer tu colección
de estampillas,
ver a tu hija
bajo una caricia tuya
y mostrate el parto raudo
y doloroso
de mis versos.
Adquirir sabiduría
sobre tiempos, formas,
caprichos y secretos.
Fútiles ganas ahora,
pero hasta ayer
tan verdaderas
como mi actual
añoranza de todo lo tuyo
que conocí
y lo que nunca he conocido.
Añoro la esperanza
y tu presencia.
Añoro los anhelos,
tu dulce voz,
tus ojos de fuego,
tu meditada lógica
y tu loco sexo.
Es triste pensar
que ya no puedo
besar tu corazón
y encender tu cuerpo.
No quiero escribir más
de vos ausente.
No quiero pensar
en tu recuerdo.
Es hora que lo acepte
y escriba un requiem
para la desmemoria
(no digo olvido
porque eso es imposible).
Es tiempo que entierre
tu recuerdo
y termine el duelo.
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