Reseña Anna vestida de sangre – Kendare Blake

Qué mona Anna… hasta que se le va la pinza y sale a relucir su lado diabólico y me parte a alguien por la mitad.

Esta ciudad huele a humo
y a cosas que se pudren en verano.
Está más encantada de lo que imaginé.
Ahí fuera, en algún lugar,
está lo que vine a buscar,
un fantasma con fuerza suficiente
para arrebatar el aliento de
las gargantas de los vivos.
Pienso de nuevo en ella. Anna.
Anna vestida de sangre.
Me pregunto qué trucos intentará.
Me pregunto si será inteligente.

¿Flotará? ¿Se reirá o gritará?
¿Cómo intentará matarme?

El que nos cuenta en la sinopsis es Teseo Casio, o Cas para los lectores: nuestro protagonista. A parte de que me gusta el nombre –dato irrelevante- creo que es un  acierto que este libro tenga un personaje del género masculino como protagonista. Teseo Casio es el típico graciosillo de palabras ingeniosas y quieras o no cae bien, aunque creo que es de esos a los que aborrecería si leyera la continuación (que la hay, por cierto): demasiado sobrado, pero después tienen que decirle qué es lo primero que tiene que hacer ante un “trabajo” como el de Anna –¿en serio tuvo un secundario del que ni me acuerdo decirle que antes de empezar busque información sobre la vida y muerte de Anna? Fanfarronea con que ya ha matado a más fantasmas que su padre en lo que lleva de “cazafantasmas”, que tiene un porrón de fuentes y casi no le caben medallas en el pecho, pero luego me viene con esas. No sé, es un tira y afloja más bien personal con este protagonista.

En cuanto a los secundarios, me parecen perfectos para esta historia, incluso demasiado perfectos. Iba leyendo y me daba la sensación de que se notaba mucho que los personajes están ahí puestos a propósito. Que supongo es lo que ocurre en todas las novelas, que el autor ya tiene pensado quién le acompañará y tal, pero en este se veían demasiado claras las intenciones de la autora: Cas necesita a alguien que entienda de magia negra y esas cosas y oooh! qué casualidad, su amigo Thomas y –os mentiría si os dijera que recuerdo el nombre del otro- ¡¡¡son los adecuados!!! **ojos en blanco** Anna, me la esperaba mejor, me gustan sus truquitos para asustar, pero poco más. Los chicos del instituto… ¡vaya! qué casualidad que también le van a servir para algo…

Mata aquí, mata allí, mata allá, mata, mata, matamatamtamtamtamtmatmamtmata. ¡Qué desespere! Medio libro se lo pasa Cas intentando acabar con la no-vida de Anna, Anna vestida de sangre [qué pesadito con el nombre] (y preguntándose por qué al mismo tiempo le cae en gracia) y todo el rato es que si la mato, que si no la mato. Medio libro porque hacia la mitad hay un “pequeño desenlace” y a otra cosa, mariposa: sí vaaale, venganza y tal ante lo de su padre… pero este tinglado lo he visto como excusa para alargar el libro, incluso la saga. Por no hablar de la trama amorosa (de la que estoy segura se abusará en el siguiente)… ay…ay… la encuentro achuchada en calzador, si no ha de tener trama romántica, pues que no la tenga; quizá vaya a exagerar, pero lo que no puede ser es que empieces el libro entre seres putrefactos, desmembramientos varios, fantasmas fantasmagóricos y de repente la cosa flojee y termine siendo casi un juvenil romántica con un toque de miedito.

Cas quiere que su trabajo resulte serio y peligroso, pero conmigo no lo ha conseguido. Esperaba una lectura de fantasmas, sangre, adolescentes y demás, pero seria; al final he encontrado una trama de fantasmas, sangre, adolescente y demás, pero me ha resultado un tanto de risa, incluso de serie mala de televisión.

Es un libro entretenido, más que nada por las escenas de acción, sobretodo por los muertos que aparecen (aunque aparecen escasas veces) y porque Cas le da un toque masculino a la lectura. Lo terminé por eso, porque el prota es un chico (aunque llegó un momento en que el pobre se me cruzó bastante). El estilo de Kendare también ayuda, yo lo etiquetaría como un estilo narrativo muy “urban” (Cas es un adolescente más chulo que un ocho y lo demuestra en su vocabulario).

Mi corazón empieza a calmarse. Miro hacia el suelo y veo a Tybalt observándome, con el rabo en alto. Me pregunto si estaría durmiendo sobre mi pecho y lo habré catapultado al despertarme. No lo recuerdo, pero ojalá haya sido así, porque habría sido para partirse de risa.

Poco más puedo decir. Que la tinta con la que está impresa la novela no es negra, si no de un tono marrón y que los chorretones de sangre en el vestido y las piernas de Anna en la portada me resultan más que cutres (para mi gusto, mejor la portada original).

Quizá fuera el catarro y que las mucosidades colapsaron mi cerebro, quizá lo mucho que esperaba de esta novela, pero no pude disfrutar de esta lectura como me hubiera gustado (he echado en falta más escenas de difuntos putrefactos, fantasmas horripilantes y desmembramientos) y encontré de chiste demasiadas escenas, me costó terminarlo y no me han quedado ganas de leer la segunda parte.

Por cierto… qué majo el gato… una pena que termine como termina.

Nia