1. Como su propio título indica, este volumen gira en torno a Susannah, y tanto
ella como sus otras personalidades cobrarán un rol fundamental en la continuidad de la saga. Mientras el Padre Callaham y Jake (y por supuesto su inseparable Acho) desaparecen durante tres cuartas partes del libro (lo cual no quiere decir que su intervención no sea crucial), y con Roland y Eddie ocupados en su propia búsqueda, no exenta de tiroteos, Susannah será el eje vertebrador de la historia.
2. La acción se traslada casi en su totalidad a nuestro "nivel de la torre", es decir nuestro "donde", pero con el ka-tet diseminado (que no disuelto) en diferentes "cuandos". La acción baja una marcha con respecto a la anterior entrega, y si bien los acontecimientos siguen su curso y no faltan escenas tensas y trepidantes, es la hora de las explicaciones y la reflexión. Extensos diálogos nos permitirán despejar muchas incógnitas y cerrar cuestiones pendientes, aunque también abrirán otras nuevas. Las conversaciones Susannah-Mia son especialmente reveladoras y nos aportan muchísima información, aunque no lo son menos las de Roland y Eddie con un joven escritor llamado Stephen King.
3. La interdependencia entre el mundo de Roland, el nuestro (y sus infinitas versiones) es ya total e irreversible. Igualmente lo es la interrelación entre "La torre oscura" y el resto de la obra del autor. Es, a nuestro juicio, el volumen de la saga con mayor densidad de contenido y con mayor cantidad de datos de interés, por lo que conviene leerlo con atención para absorber todo y no perderse ningún detalle, porque no sobra ni una coma.
Conclusión: Si "Lobos del Calla" tenía una calidad extraordinaria y nos incitaba a leer el siguiente libro, "La canción de Susannah" directamente nos obliga a abalanzarnos sobre su continuación, pues King maneja la tensión de una forma magistral y necesitamos, desde que pasamos la última hoja, saber "y qué pasó después".
Por nuestra parte nos encantaría hablar largo y tendido sobre este libro pero resulta tan difícil no hacer spoilers que por ahora nos mordemos la lengua (o los dedos). Oh Discordia!
Nos leemos!