Yo conduzco el Takuro Spirit
Saludos. Desde KindleGarten os deseamos a todos un feliz Día del Libro. Por nuestra parte vamos a celebrarlo con una reseña comprimida que es muy especial para nosotros. Con ella llegamos al fin de la saga "La torre oscura", con el sentimiento agridulce que nos produce siempre terminar una saga con la que hemos disfrutado enormemente, y que en este caso en particular nos ha dejado una huella indeleble por su profundidad y por toda la simbología que contiene.
Pensamos que es imposible resumir la densidad de esta entrega en sólo tres párrafos, pero al igual que en las anteriores, haremos un esfuerzo para condensar la reseña al máximo. Vamos allá:
2. King cambia el registro narrativo y pasa a ser un clásico "narrador total", es decir, que tiene presencia en el texto, es consciente de estar contando una historia y se dirige a los lectores. Por otra parte, su papel como personaje de la obra es crucial para la trama (y no es muy autocomplaciente que digamos), y se permite incluso introducir un deus ex-machina propio de una tragedia griega. Podría decirse que obra y autor se funden y confunden en una sola entidad (recordemos que escribir la saga le tomó a Mr. King nada menos que treinta y cuatro años).
3. Este volumen supone el culmen de toda la simbología y referencias literarias, históricas y mitológicas manejadas por el autor durante toda la saga. El paralelismo con el ciclo artúrico se evidencia ya definitivamente (no damos más detalles para huir del terrible spoiler), se recrea en el fatalismo y el determinismo, a través del ka y del girar de la rueda de la fortuna, que desemboca de forma sorprendente e inesperada en una particular versión del mito del eterno retorno, con Roland encarnando trágicamente a Sísifo.
Conclusión: Un libro imprescindible para comprender la saga en su conjunto y para cerrar todos los hilos argumentales. Es una obra dura, cruel incluso, pero que deja lugar para la esperanza y la redención. Tanto por la forma como por el fondo, estupendo colofón al opus magnum de Stephen King.
Nooz-a-la. Nos leemos!