SINOPSISTrudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Éste, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy.Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto –al que todavía no han puesto nombre porque no ha nacido– en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última.Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas de vino –y alguna bebida de más graduación– que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él.Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force sólo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.
OPINIÓN‹‹Querido padre: Antes de que mueras, me gustaría decirte algo. No tenemos mucho tiempo. Mucho menos del que piensas, así que perdóname que vaya al grano››.Ian McEwan vuelve a sorprenderme, tras Expiaciónno habían regresado a su voz y carácter único, y fue la recomendación de otro librero, mientras charlaba con David Martí en su programa literario de Ràdio 4, que escuché por primera vez el título: Cáscara de nuez. Inevitablemente me retrotrajo El universo en una cáscara de nuez, de Stephen Hawking, lectura adolescente, en mi época pre-universitaria. Y me atrajo la idea de que un nonato pudiera ser el narrador de una historia adulta, de una trama maliciosa, de un thriller con cuerpo incluido. Cómo lograría tal hazaña McEwan, era uno de los interrogantes que martilleaban mis sienes tal escuchar la crítica del librero, así que, decidida, lo recomendé en el club de lectura que organizo en La Font de Mimir y me zambullí en su lectura, en el útero materno, en las sensaciones sin experiencia más allá del líquido amniótico.‹‹Permanezco despierto, escucho, aprendo. Temprano esta mañana, menos de una hora antes del alba, ha surgido un tema más profundo de lo habitual. A través de los huesos de mi madre me ha llegado un mal sueño disfrazado de disertación formal. El estado del mundo››.Con la excusa de hablarnos de una trama de asesinato, de una traición Shakespiriana al más puro estilo de Hamlet, su autor nos ofrece una visión global del panorama actual. Pues sí, el narrador es un bebé no-nacido, pero no por ello está desinformado, puesto que su madre es adicta a los podcast y la radio, y duerme enchufada a la historia y la actualidad.
Isabel del Río
Abril 2017