Reseña de "El abuelo que saltó por la venta y se largó"

Publicado el 01 mayo 2013 por 1001lectores @1001Lectores

Título: El Abuelo que saltó
por la ventana y se largó.Autor: Jonasson, JonasISBN: 978-84-9838-416-1

Podría decir, sin miedo a equivocarme, que existen lecturas para cada hora del día. “El abuelo...” estaría perfecto para las tardes, después de la siesta y antes de la merienda (quien se pueda permitir esos lujos —sin engordar—). Y es que como diría el padre de Allan Karlsson: “las cosas son como son y así seguirán siendo” para qué agobiarse... ¿no me digan que no es el justo pensamiento después de una buena cabezada o una mejor merienda, si miramos la cocina por recoger o la ropa por planchar?
Lo primero que tendría que resaltar es que Jonas Jonasson con “El abuelo...” rompe por completo el estereotipo del sueco depresivo y de instintos suicidas que nos ha llegado, sobre todo, a través del cine. Porque Allan Karlsson es un ser especial. Vitalista. En su mente no existe el más mínimo atisbo de prisa alienante ni maldad. Un ser desinhibido y correcto en su inocente libre albedrío. La candidez de sus actos —irracionales para mentes cuadriculadas en lo “políticamente correcto”—, genera una cadena de resultados inverosímiles y terribles pero positivos y positivistas en todos cuantos le rodean y para él le permite llegar a centenario con la misma frescura que cuando preparó su primer petardo.
Jonas Jonasson no creo que pretendiera con su libro banalizar los terribles acontecimientos que convulsionaron al siglo XX; prueba de ello es que pasa de puntillas por las terribles guerras que se vivieron; pero sin embargo sí que caricaturiza a los grandes “prohombres” que se erigieron en dioses para decidir los designios y las vidas de toda la

humanidad. La sencillez con la que los desmitifica y ridiculiza, liberándolos de sus terroríficas máscaras, nos muestra a hombres corruptos y zafios, borrachos e ignorantes domesticados por la absurda lucidez de un extraño sueco al que nada importa ni las ideologías ni las creencias y que además estaba convencido de que todos los problemas del mundo se pueden solucionar hablando, acompañados de un par de botellas de aguardiente y luego mirar hacia el futuro. Claro que tampoco es tan banal, sabe que para el conflicto entre Palestina e Israel es posible que no bastase con una botella... Y creo que por ahí van las intenciones del autor, desmitificar nuestro lado racional y hacernos reflexionar sobre adónde nos han llevado esos actos irresponsables y crueles, a tenor de las convulsiones financieras y de desprestigio político, a nivel mundial, que vivimos en esta primera quincena del siglo XXI.
Quizas “El abuelo...” no pase a la Historia como una obra imprescindible en las bibliotecas universales y ni tan siquiera en las reseñas de la cultura sueca, pero hay que reconocer la frescura de los personajes y la agilidad de su lectura. Los momentos hilarantes se suceden con suavidad y sin alardes literarios. Para mí resultó exquisita la ironía con la que nos enfrenta a las diferentes religiones; es inigualable ese “Colorín, colorado, este cuento se ha acabado”, con el que cierra el libro del Apocalipsis. 

Aunque el último capítulo se me hizo un pelín denso, porque estaba deseando saber qué ocurriría con la enfermera Alice o incluso qué determinación tomaría el fiscal sobre nuestros queridos amigos... porque Jonasson, sin grandes alardes, logra que nos encariñemos con todos ellos —y en mi caso, me hace añorar “las batallitas” de los abuelos que no llegué a conocer—. Para algunas “cabezas pensantes” puede resultar ofensivo el tratamiento que se da a la Historia por lo absurdo de las situaciones relatadas.
Pero ya lo dijo el abuelo auténtico de Jonas Jonasson: “quienes solo saben contar la verdad no merecen ser escuchados”.Reseña: Mariluz González Hidalgo