¿Qué ocurre cuando tu amor platónico del instituto, ese por el cual suspirabas, pero al que no te atrevías a confesarle tus sentimientos vuelve a tu vida? ¿Y si encima es una de las estrellas del panorama musical actual? En esa tesitura es en la que se encuentra Sandra de un día para otro, eso es a lo que tendrá que enfrentarse, entre otras cosas. Como veis, la historia comienza con intensidad, pero no penséis que después la acción decae. Esta historia parece que no nos va a dar tregua y nos tiene leyendo una página tras otra.
Como siempre, la pluma de la autora, su forma de escribir, es estupenda. Ligeramente ácida, sencilla y directa. La narración está muy cuidada y eso se nota. Cualquier detalle tiene significado, aunque a primera vista pueda parecer que no. Los diálogos son extraordinarios. Más de una vez me he tenido que morder la lengua para no reírme, pero eso es lo que tiene ponerte a leer cuando todos en casa están dormidos.
Los personajes son muy humanos, en el sentido de que actúan como actuaríamos nosotros ante cualquier situación. No hay nada que sea forzado, ni nada que parezca que se lo ha sacado de la manga. Todos evolucionan de alguna manera, por supuesto, pero no dejan de ser ellos mismos y eso es lo importante en las novelas.
En cuanto a la trama en sí, me parece una idea muy buena. Una que, incluso, podría haber dado pie a una novela más larga, porque en mi opinión tiene mucho jugo. Sin embargo, si tuviera que darle un pero, ese sería la forma que tiene la amiga de la protagonista de contarle lo que había hecho, me hubiera gustado leer alguna escena más larga de la discusión de las dos, pero comprendo que por extensión hay cosas que no pueden ser.
En definitiva, es una historia muy buena. Una pequeña novela o relato largo en la que podemos ver, perfectamente, las huellas que la autora va dejando en todos y cada uno de sus libros. Desde luego, si sigue así, se va a hacer un hueco importante dentro de la romántica nacional.